El 48% de las personas refugiadas son mujeres

100 millones de personas en busca de un lugar seguro

Amina vive, no, vivía en una aldea de Camerún que se vio obligada a abandonar para instalarse en las afueras de Yamena, la capital de la República de Chad, donde se encuentran más de 60.000 personas refugiadas que, como ella, huyeron del país víctimas de un conflicto entre pescadores y pastores -que compiten por los recursos cada vez más escasos- y del terrorismo islamista.

Hace unos días, Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, afirmaba que se habían cumplido los peores pronósticos referidos al número de personas refugiadas y desplazadas, según los datos que aparecen en el último informe publicado por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), titulado Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado en 2021.

Actualmente, son más de 100 millones las personas que huyen de la violencia en  diversas formas -guerras, violaciones de los derechos humanos, disturbios, desastres-; todo ello agravado por la actual situación de escasez de alimentos, la inflación y las consecuencias del cambio climático (bien fuera de sus países o dentro de ellos).

Como muchas mujeres, Amina no conoce esas cifras, pero es parte del 48% de los refugiados y desplazados,  el que tiene rostro y nombre de mujer.

Grandi se muestra desbordado ante la situación actual y afirma que “es muy peligrosa la combinación de múltiples conflictos con los desplazamientos masivos que ocasionan, los nuevos desafíos a la institución de asilo, la brecha entre las necesidades humanitarias y los recursos disponibles, y la xenofobia creciente”. Si bien, dice, “la ayuda humanitaria es un paliativo, no cura, las únicas respuestas son la paz y la estabilidad”.

¿Qué dirección tomará el mundo para abordar la situación de más de 100 millones de personas refugiadas y desplazadas? se preguntan en ACNUR. La respuesta, aseguran, es que la comunidad internacional redoble esfuerzos con el fin de compartir responsabilidades y buscar soluciones duraderas, lo que podría revertir la inquietante tendencia actual y así reducir los niveles de desplazamiento de manera notoria. 

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