a que normalidad aspiramos

¿A  qué normalidad aspiramos?

Confieso que el coronavirus me ha llevado a priorizar determinados temas para reflexionar y, en algunos casos, como hago ahora, a compartir mis reflexiones, porque el hecho de compartirlas me lleva a despertar sensibilidades que siento algo adormecidas. En realidad, se trata de un ejercicio de autodefensa ante otra pandemia, la de las noticias falsas escritas, habladas, visualizadas… Y no solo eso, autodefensa también ante tantos insultos, calumnias y descalificaciones que impregnan un lenguaje basado en la confrontación por parte de demasiados representantes políticos.

Hoy me permito compartir una serie de preguntas. La primera y principal: ¿a qué normalidad post coronavirus aspiramos, cuando hablamos de “nueva normalidad”? Parafraseando a Lampedusa ¿“que todo cambie para que todo siga igual”? ¿De verdad pensamos que todo puede seguir igual? ¿Nos quedaremos de brazos cruzados contemplando cómo nuestro planeta va a la deriva como consecuencia de un modelo económico caduco que no puede hacer frente a la situación que estamos viviendo? ¿De nada servirá el sufrimiento de tantos millones de personas víctimas de la pandemia? ¿Desaprovecharemos la oportunidad que nos ofrece esta crisis que nos atosigará durante un tiempo imprevisible?

Me reconforta comprobar que muchas personas también se plantean estas mismas preguntas y que no faltan respuestas y propuestas concretas; es más, abruma el listado que va apareciendo en diversos medios de comunicación, desde distintas perspectivas y me permito destacar, a continuación, algunos ejemplos.

La economista Mariana Mazzucato, autora del libro “El valor de las cosas”, cuya lectura ha sido recomendada por el Papa Francisco, destaca la necesidad de que los gobernantes se impliquen en el diseño de un nuevo modelo económico “que proporcione el tipo de crecimiento sostenible e inclusivo, porque nuestro modelo de crecimiento está no solo esquilmando el planeta, sino que nos pone en contacto con virus para los que no tenemos defensas, como consecuencia del sistema insostenible de producción que tenemos”.

La doctora en Derecho y profesora de Derecho del Trabajo de la Universidad de Castilla-La Mancha, Luz Rodríguez, pone el foco en la necesaria revisión de la valoración social del trabajo, porque el trabajo humano es el cuidador principal de la vida, de nuestra vida y, precisamente, los trabajos de cuidados parecen invisibles a nuestros ojos, la mayoría desempeñados por las mujeres. Además, destaca que las mujeres que realizan labores de cuidado en el hogar “ni siquiera tienen salario porque ‘formalmente, no trabajan’. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en España, el trabajo gratuito constituye hasta el 15% del PIB.  

Elia Barceló, escritora y profesora en la Universidad de Insbruck, manifiesta su esperanza de que “a partir de esta pandemia que nos ha abierto los ojos sobre nuestra fragilidad y nuestra necesidad de disponer de un sólido sistema de salud pública que nos salve a todos, tanto pobres como ricos, nos demos cuenta de que íbamos por el camino equivocado, hecho de competitividad, corrupción, destrucción del planeta y lucha por el dinero a costa de todo”.

En efecto, hemos equivocado el camino durante demasiados años, tropezando una y otra vez con las mismas piedras –egoísmo, exclusión, consumismo desaforado-. Necesitamos trazar una ruta nueva cimentada en la solidaridad, el diálogo, la inclusión y la sostenibilidad medioambiental. Necesitamos una normalidad nueva que coloque en el centro a las personas, cuyos derechos deben ser reconocidos y protegidos en cualquier lugar del planeta.

Nuestra respuesta a la pregunta a qué normalidad aspiramos no es baladí porque está en juego la vida de la Humanidad entera.

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