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Ahí está la desigual Puerta de Alcalá

Me viene a la mente la canción de Ana Belén y Víctor Manuel con la que titulo este blog mientras estoy leyendo el estudio elaborado por el Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, titulado “Madrid 2020: diagnóstico social de la crisis por COVID-19”. Es sobre el impacto del coronavirus en los distintos distritos. Al verlo, me pregunto si lo que se puede observar a diario en esta zona madrileña (barrio de Salamanca): música, bulla, jarana tiene algo que ver con los datos del mencionado informe en distritos como Tetuán, Ciudad Lineal o San Blas-Canillejas. En la Puerta de Alcalá las colas son bien distintas a las que vemos en otras zonas como las citadas, sin olvidar el distrito Centro o los que ya eran vulnerables antes de la pandemia -Latina, Carabanchel, Usera, Puente y Villa de Vallecas, o Vicálvaro-. En la Puerta de Alcalá no hay “colas del hambre” sino “colas del ocio” para acceder a los lugares de diversión y ambiente festivo.

Marisa, madre soltera, vive hoy -recalca- en Tetuán porque se encuentra sin trabajo y no puede pagar el alquiler. Sin ningún tipo de ayuda familiar, está abocada al desahucio con su hija Esmeralda. Se le hace un nudo en la garganta cuando habla de lo feliz que se sentía regentando un pequeño comercio y que, ni por un momento, se le pasó por la cabeza que ella y su hija tendrían que acudir a los servicios sociales para sobrevivir.

Marisa, según el estudio citado, forma parte del nuevo perfil mayoritario que solicita ayuda en los servicios sociales como consecuencia de la pandemia. Durante la primera fase, las personas usuarias de los servicios sociales eran mayores de 65 años, luego familias -muchas monoparentales- con menores a su cargo. Luego, en los meses de marzo-junio de 2020 aparecieron nuevas personas usuarias de los servicios sociales y más de una cuarta parte de ellas, el 28,6 por ciento, no estaban registradas con anterioridad, según leemos en el documento del Ayuntamiento de Madrid.

La evolución a lo largo del año revela que un tercio de los hogares de Madrid, sobre todo hogares jóvenes y los monoparentales, acumula el coste de la crisis. Por otra parte, no se vislumbra un horizonte esperanzador porque, según se afirma en el documento, las expectativas de las personas más expuestas a la crisis apuntan a un empeoramiento de la situación a medio plazo.

Otros dos aspectos irrumpen en el escenario de la pandemia en Madrid. En primer lugar, el papel de las familias cuidadoras se ve comprometido y puede traducirse en problemas de conciliación, en los cuidados y la buena convivencia, poniendo en riesgo las estrategias de organización del 40% de los hogares con menores a su cargo.

En segundo lugar, en el estudio se habla del deterioro del bienestar subjetivo como consecuencia de la pandemia y lo califica de “coste invisible de la crisis” del que se ha hablado poco, pero que queda visible con esta afirmación: “El confinamiento multiplicó casi por tres los niveles de morbilidad psiquiátrica (es decir, el riesgo de padecer algún problema de salud mental)” y estos son algunos datos que lo certifican:

  • Antes de la pandemia la población con más riesgo en esta dimensión englobaba al 18,3% de la ciudadanía. En abril de 2020, el 57,6%.
  • La población menor de 44 años y la menor de 30 a la cabeza constituyen los grupos de población en los que más ha repercutido este deterioro durante la peor fase del confinamiento.
  • Las personas mayores de 65 también se han visto afectados por este incremento de la morbilidad psiquiátrica, pero en menor medida que el resto de la población.

En el informe se pone de manifiesto que “como en otras crisis conocidas, las pérdidas y el coste del decrecimiento no se distribuyen por igual en todos los sectores de la sociedad. Estimamos que en Madrid el segmento que más directamente sufre (y sufrirá) sus consecuencias abarca a un tercio de los hogares que son los que han visto sus ingresos reducidos en alguna medida. Pero, además, la crisis está provocando una reducción en el bienestar subjetivo y familiar de muchos de los dos tercios restantes hogares que parecen haber sido capaces de mantener su renta por el momento”.

Y ahí está y seguirá la Puerta de Alcalá viendo pasar la pandemia, desde un lugar privilegiado, tan privilegiado que no aparece en el estudio titulado “Madrid 2020: diagnóstico social de la crisis por COVID-19”.

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