Violencia machista. Denuncias falsas

Cómo no te voy a creer

        «La proporción entre los procedimientos por denuncia falsa en violencia de género desde 2009, 121 en total, en relación con los procedimientos en los que se ha dictado una sentencia condenatoria es del 0,0069%»,

La noticias son contundentes. Las cifras más: la proporción entre los procedimientos por denuncia falsa en violencia de género desde 2009, 121 en total, en relación con los procedimientos en los que se ha dictado una sentencia condenatoria es del 0,0069 por ciento, según la Memoria que hace unos días publicaba la Fiscalía. Cómo no te voy a creer, amiga. Porque más allá de ese minúsculo y demonizado porcentaje, que dista a kilómetros del uno por ciento del total, voy a algo más serio y es a la falta de credibilidad que hemos tenido las mujeres, que sin duda califico de contundente y demoledor. Hemos sido cuestionadas por provocar, por calentar, por ser unas golfas, por ser tontas y callar, por disfrutar (sí, incluso cuando nos violaban y no nos dejábamos la vida en defendernos), por salir a la calle, por emborracharnos, por viajar… por ser libres, un pecado para la mitad de la población, pareciese. Cuestionadas y abusadas. Y no nos creían.

Callábamos por miedo, por vergüenza, por inseguridad, por costumbre, por no saber y porque ha ocurrido toda la vida. Hace pocos años, sentada con unos amigos, éramos un grupo mixto, salió el tema de las violencias machistas. Yo dije que de las allí sentadas todas éramos víctimas. Les pedí que preguntasen a sus círculos más cercanos, a sus primas, sus hermanas, sus madres, las amigas de sus amigas, a la vecina del sexto, a sus ex novias. Porque nos han tocado a todas y no nos creían. Tuvo que venir el #MeToo para que se pudiese empezar a concebir que eso ocurría en el mundo del cine, pero también en la empresa, en la familia, en las ONGs, en la calle, en los sindicatos, los partidos políticos, en las instituciones… No hablábamos de un porcentaje que no llega al uno por ciento, era un problema estructural. Para no creernos nos decían que callábamos, que lo habíamos hecho durante años; que otorgábamos, que cómo iba a ser cierto, que por qué no se había hablado antes, que esas mujeres eran mujeres poderosas, conscientes, formadas, libres. Luego las malas lenguas señalaron que eran denuncias falsas. No, yo te creo, yo me creo, yo  lo sé y estoy con la investigadora Laura Bates y su iniciativa www.everydaysexims.com, una iniciativa que arrancó en 2012 y que ya la ha permitido recopilar 150.000 experiencias diarias sobre sexismo en múltiples momentos de la vida diaria. “La idea surgió de las numerosas situaciones de acoso que sufría ella misma en su día a día, paseando por las calles de su barrio, o por los correos que recibía de su jefe contándole las fantasías sexuales que tenía con ella; de humillación durante sus estudios en Cambridge, donde algún profesor aún lucía un brazalete negro, apenado por la admisión de mujeres en su College; de agresión sexual, cuando volviendo de noche a casa un grupo de jóvenes la acorraló y la magreó por encima de la ropa hasta que se cansaron de la “broma”, resultó que ni de lejos era la única que sufría estos incidentes”, apuntaba la revista Ámbito cultural sobre la iniciativa.

¿Por qué, cabría preguntarse? El patriarcado, sin duda. O explicado con ejemplos, que quizás se vea mejor. Según la propia Bates: “Las mujeres que se quejan de los comentarios irrespetuosos que se hacen a las mujeres miembros de la Cámara de los Comunes son acusadas de «reaccionar exageradamente», pero solo el 22% de los diputados son mujeres. Aquellos que se oponen a la representación sexista de las mujeres en los medios de comunicación son tildados de ‘aguafiestas’, sin embargo, casi el 70% de los papeles protagonistas de las películas los interpretan hombres (aunque los personajes femeninos tienen cinco veces más probabilidades de desnudarse y ponerse ropa sexy). A las mujeres que se oponen a la sexualización excesiva de las celebridades femeninas se les dice que “es una elección”, pero es casi imposible pensar en una cantante moderna que no lo haya descubierto todo… Cómo no te voy a creer.

Autoría

  • Lula Gómez

    Periodista Responsable de Comunicación Fundación Luz Casanova