Contraindicaciones
Ansiedad, insomnio, fatiga, dolor de cabeza, cambios en la libido, cambios de humor, depresión, dolor e inflamación abdominal, estreñimiento o diarrea, dolor en las articulaciones o músculos, nauseas o vómitos, dificultad para concentrarse, sensibilidad en las mamas, brotes de acné…
Parecen las contraindicaciones de un prospecto al uso, de estos que prefieres no leer para no saber y que no te condicione. Incluso podría parecer la lista de síntomas asociados a una enfermedad tropical. Pues bien, señoras y señoros, es nada más y nada menos, que el listado de síntomas del famoso síndrome pre-menstrual (SPM). Una lista de padecimientos que las mujeres podemos llegar a tener, y muchas desgraciadamente tenemos, todos los meses. Algunas, durante unos días (entre 7 y 10), otras incluso, gran parte del mes. Y esto es solo lo “pre-“ del proceso menstrual, una fase más de todo el proceso de ovulación.
En pleno S.XXI el proceso menstrual y el “aparato reproductor femenino” sigue siendo un tabú, e incluso una barrera y un estigma social que vulnera los derechos de muchas mujeres y niñas. No sólo por la falta de información y conocimiento de nuestros cuerpos, sino porque directamente es empleado como arma arrojadiza en muchas culturas. Niñas que tienen prohibido ir a la escuela durante esos días, mujeres que son obligadas a quedarse en casa, o a irse de ella. Mujeres que han tenido problemas de fertilidad debido a enfermedades causadas porque en su cultura las prohíben ducharse en los días en los que están menstruando. Mujeres que no pueden pagar los, para mí mal llamados “productos de higiene femenina”, un producto de primera necesidad, y que tienen que apañarse de cualquier manera, arriesgando su salud.
La experiencia menstrual (con su pre, su durante y su post) es una experiencia que hemos asumido y normalizado, pero que sufrimos (con todas las connotaciones de la palabra) las mujeres, sin llegar a cuestionarnos prácticamente nada. A mis 30 años he sido consciente de que llevo la mitad de mi vida soportando algo que intento obviar o ignorar lo máximo posible, pero que indudablemente me condiciona la vida. Y, como veis, estoy en plena campaña.
En el mejor de los casos, quién no ha vivido alguna vez lo que es estar literalmente desangrándote (y me vais a permitir que sea explícita), tener que dejar cualquier cosa que estés haciendo, porque la regla no espera, y no tener un “fucking” baño cerca que echarse a las bragas. O llegar a uno como alma que lleva el diablo (normalmente bastante asqueroso), pidiéndote un café porque es de “uso exclusivo para clientes” y que no haya papel higiénico, o una simple papelera donde tirar el tampón. Mancharte y tener que ingeniártelas para que “no se note” y no tener la opción de cambiarte durante horas. Estar muriéndote de dolor y tener que “hacer como si nada” y seguir a la tarea. Ir a escondidillas preguntando a las mujeres que tienes cerca si alguna tiene algo para dejarte porque se te ha olvidado. Gastarte todos los meses una pasta (bendita copa menstrual) y que lo asumamos como “normal”.
Llevo sufriendo SPM y reglas espantosas 15 años, y la gran respuesta médica que me han dado siempre es: “Ya, a muchas mujeres les pasa”, seguido del clásico: “prueba a tomar la píldora (u otro tipo de anticonceptivo) a ver si disminuyen los síntomas”.
Y digo yo, ¿no sería mejor empezar a investigar sobre la dismenorrea y el SPM, o el trastorno disfórico premenstrual, la endometriosis (un temazo, por cierto), para dar otro tipo de soluciones y entender mejor qué es lo que está en juego y ponerle remedio? ¿Informar más?, ¿valorar otras maneras de hacer, inventar y proponer nuevos tratamientos y hábitos que disminuyan o eliminen estos síntomas y que haga que las mujeres nos sintamos mejor? ¿Empezar a recetar sustancias naturales, como el Vitex Agnus Castus, para paliarlos? En lugar de recetar esa “píldora mágica que todo lo cura” (acné, ovarios poliquísticos, ciclos irregulares, dismenorrea, síndromes premenstruales…), como quien da un caramelito.
Erika Irusta en su entrevista en Píkara Magazine lo tiene claro:
<<La píldora es una herramienta que muestra el enfoque misógino que tenemos hacia el cuerpo menstruante. Es una herramienta de castración química que inhibe la ovulación y te impide tener tu desarrollo bioquímico. Se toma tan alegremente porque hemos asumido que nuestro cuerpo no necesita ese proceso químico. Nunca la medicina le quitaría a un hombre cis la testosterona solo porque no quisiera, en ese momento, reproducirse, ser padre>>
Cuando, además, está demostrado que los anticonceptivos hormonales tienen consecuencias muy negativas en nuestra salud psico-emocional (trastornos de la líbido, depresión, irritabilidad…) y en la física (probabilidades de desarrollar en el futuro cáncer de mama, trombos sanguíneos…).
Así que, hermanas, hoy 25N, reivindiquemos la experiencia menstrual como un hecho político, social y cultural. Porque al final parece que es nuestro problema, que nuestros cuerpos, como mujeres menstruantes o no menstruantes, son los que tienen el problema. Y el problema es indudablemente político y social, el problema va a seguir si continuamos asumiendo que es una carga (más) con la que tenemos que vivir las mujeres, otro precio a pagar y a soportar en silencio.
Ilustración gracias a la cooperativa: