Cuando la luz trae dolor y soledad
Estaba a punto de empezar a escribir estas líneas y compartir los sentimientos que me invaden en estas fechas cercanas a la Navidad, cuando me ha saltado en el ordenador la columna de Juan José Millas “Sábanas como mortajas”, publicado el 4 de este mes en La Verdad de Murcia. “Jamás habría podido imaginar que la tinta de los bolígrafos pudiera helarse. Viene a ser como si se te helara la sangre en las venas. Lo de helarse la sangre en las venas es una metáfora. Lo de la tinta del bolígrafo es cierto. Les sucede a los niños pobres que viven en un poblado de Madrid llamado la Cañada Real. En este poblado llevan más de un año sin luz, de modo que en invierno hace mucho frío, tanto que, cuando los niños intentan hacer los deberes, el bolígrafo no responde porque resulta que su tinta se ha congelado. La sangre sigue corriendo por el interior de las venas de los críos, pero la tinta se ha solidificado dentro del tubito de plástico que se parece a un capilar del cuerpo humano.”. Así comienza su columna que merece leerse entera. Y es en los niños y niñas de la Cañada Real en quienes estaba pensando yo desde hace días.
El pasado 20 de noviembre, el alcalde de Vigo, Abel Caballero encendía las luces de la ciudad, 11 millones de luces LED, por un valor aproximado de 1,3 millones de euros, según afirma la Voz de Galicia: «Damos por empezada la Navidad en todo el planeta” decía eufórico en su discurso de inauguración.
Ese mismo día, el 20 de noviembre, era el día Universal de la Infancia y Save the Childrennos recordaba los “cuatro grandes retos a los que se enfrentan los niños y niñas en España, uno de ellos la lucha contra la pobreza infantil: El 31,1% de los menores de 18 años en España está en riesgo de pobreza o exclusión social, más de 2,5 millones de niños y niñas se encuentra en esta situación.
Y vuelvo con la infancia de la Cañada Real, porqueduele profundamente la situación que viven a pocos kilómetros del centro de Madrid 4000 vecinos, 1800 de ellos niños y niñas. Llevan más de un año sin luz. ¿Forman parte de ese planeta que ha dado por comenzada la Navidad a bombo y platillo como declaraba el Alcalde de Vigo? ¿Esos niños que veíamos en plena borrasca Filomena hacer los deberes a la luz de una vela, esos niños y niñas que no querían ir a clase porque sus compañeros se reían de ellos porque olían al humo y leña del fuego con el que se tenían que calentar, cómo van a vivir la Navidad? Esos niños que ahora se les hiela la tinta del bolígrafo, como señala Juan José Millas.
El cardenal Osoro decía en unas recientes declaraciones: «Lo que pasa en la Cañada Real me duele, me conmueve y me indigna. ¡No puede ser! ¡No hay derecho! No podemos normalizar ni validar la falta de electricidad y de una vida digna para quienes viven allí. Hay que decir con toda firmeza que esto no es tolerable y menos para cualquier creyente, que si reza en serio el padrenuestro, verá que allí hay hijos de Dios y hermanos».
Y pienso también en mi conversación de hace unos años con una mujer sin hogar. Me comentaba que la calle siempre es dura, es dura para todos, pero como casi todo, lo es mucho más para las mujeres. Me decía que cuando llegaban estas fechas navideñas en las que las luces, las compras, la música… hablaban, al menos externamente, de felicidad, familia, calor, hogar… para ella era tremendamente difícil vivir su precaria realidad. Me decía que cuando caía la noche, las luces se encendían en las calles y en las casas y tras las cortinas de las ventanas llegaba a vislumbrar las luces del árbol de navidad, las siluetas de las personas moviéndose por el salón… Entonces el frio y la soledad de la calle aún se hacían más duro y doloroso.
Por eso hoy les quiero desear, a quienes puedan leer este escrito, feliz Navidad, pero sobre todo lo que les deseo es que amplíen la mirada, aprovechemos las luces que nos ponen en las ciudades para ver y descubrir a aquellos que en estos días aún siente más la pobreza y la exclusión en sus vidas
💚💖Felices y solidarias Navidades 💜💥💥