Cuando la vuelta al cole es un suplicio

Cuando la vuelta al cole es un suplicio

Recuerdo con dolor unas declaraciones de unas niñas de la Cañada Real a un medio de comunicación. No querían ir al colegio porque sus compañeros se reían de ellas. Decían que olían mal. Y olían mal no porque no se lavasen sino porque les habían cortado la luz y para calentarse tenían que utilizar la lumbre de leña que invadía de humo la minúscula vivienda que habitaban, quedando impregnado el olor en sus ropas y en sus cuerpos.

De esto hace unos dos años, cuando cortaron la luz en esta barriada de Madrid a tan sólo 14 kilómetros del centro de la capital. Sus habitantes, entre ellos 2.548 menores, se quedaron sin esta energía que les permitiese además de alumbrar la oscuridad de la noche, calentarse en el invierno y refrescarse en el verano. Un verano este que acabamos de pasar en el que hemos vivido temperaturas extremas, alcanzando muchos días más de 40 grados. Europa Press denunciaba en julio pasado: “Los cerca de 4.000 vecinos y vecinas de la Cañada Real Galiana … han denunciado el olvido al que se sienten sometidos en verano, cuando tienen que vivir, en plena ola de calor, sin aire acondicionado, sin ventilador, sin nevera ni congelador”. El verano y los calores extremos han pasado. Ahora comienza el curso, llegará el frio y con él la vergüenza de las niñas y niños que tienen que compartir aula con los compañeros que no viven sus mismas dificultades.

Impresiona el testimonio de esta niña que se siente apartada. Les animo a que vean este corto pero impresionante video

No me puedo olvidar de otro grupo de niños y niñas a los que la vuelta al colegio les supone una cuesta arriba, un escollo que solventar. Son los hijos y las hijas de las mujeres víctimas de la violencia machista. Estas mujeres, valientes mujeres, han tenido que abandonar su hogar, cortar todos los lazos que puedan unirla con su agresor. No pueden dejar pistas. Ningún punto de encuentro en el que el maltratador pueda volver a ejercer su violencia. En todo este entorno se encuentra el colegio de los hijos. Y también con esto tienen que cortar. Hay que buscar un nuevo centro lejos de su lugar habitual, lejos de sus amigas y amigos, sus compañeros con los que han compartido espacio durante algunos años. Y esto para los niños y sobre todo para los adolescentes es duro. Ahora, quisieran retornar a sus escuelas, encontrarse con sus compañeros, sus amigos… nada de esto es posible. Tienen que empezar de cero. Encontrarse en un lugar desconocido con rostros que nunca antes han visto. Duro, muy duro la vuelta al cole para estos niños y niñas que también son víctimas de la violencia machista.

Y ya acabo no con los que sufren por su regreso por ir a la escuela sino recordando, que no se nos olvide, a aquellos que no pueden ir. Avaaz ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas pidiendo que 244 millones de niños y niñas puedan ir a la escuela, porque esta es la abrumadora cifra de quienes  no tienen acceso a una enseñanza formal. “¿Cómo podemos lograr el mundo que queremos, resolver la crisis climática y hacer justicia cuando 4 de cada 10 niños ni siquiera acaban la escuela secundaria?» Se preguntan “No se puede”, es la respuesta.

Les animo a firmar la campaña, pero sobre todo les animo a que no olviden a esos niños y niñas para los que este comienzo de curso se convierte en una piedra difícil de esquivar en su camino.

La educación es un derecho fundamental y sobre todo es el arma más poderosa para cambiar este mundo injusto y desigual. 

Autoría

  • Charo Mármol

    Soy comunicadora de profesión. Felizmente jubilada del trabajo reglado, pero no del oficio de comunicar y denunciar las injusticias sociales. Utópica empedernida me encanta dar a conocer las pequeñas luces que surgen en todas partes y nos ayudan a creer en ese otro mundo posible