Diario de un 8 de marzo
10.30- Hace un día radiante. Cierro la puerta de mi casa y en mis cascos empieza a sonar “You dont own me” de Leslie Gore, no es casualidad. Camino impaciente, como si mis pies llevaran esperando todo un año este momento. Es viernes y el cuerpo lo sabe, tal y como augura el meme.
10:36- El whatsapp está que arde, cargado de buenas vibras. Me dirijo a la oficina, dibujándoseme una sonrisa cada vez que me cruzo con alguien que lleva un elemento violeta, buscando con la mirada cierta complicidad.
10:45- Sí amigas, es 8 de marzo, y no sé vosotras pero yo me siento invencible.
11:15- Al llegar a la entrada del edificio donde tiene la sede la ONG donde trabajo, un grupo de compañeras me está esperando. Con cierto nerviosismo, pero seguras y convencidas de qué es lo que tenemos que hacer, entramos por la puerta haciendo resonar nuestras cacerolas, reivindicando nuestros derechos, también como trabajadoras.
12:05- Plaza de las Palomas en Tetuán: “¡Lo que tenéis que hacer es montar un partido político!” grita un señoro desde un banco. El ambiente se tensa un poco entre risas y abucheos. “¡Como no!, un poquito de mansplaining”, se oye entre el murmullo. Llevamos 5 minutos de lectura de manifiesto y ya nos están diciendo lo que tenemos que hacer. Un motivo más de entre esos #1.000 para estar aquí.
12:30- Nos venimos arriba y juntas cortamos el tráfico de la calle Bravo Murillo. <<La calle toma nombre de mujer>> se lee en un rótulo de La Sexta que nos graba mientras gritamos “¡la lucha será feminista o no será!”. Un poco de adrenalina.
14h- <<Potaje y bocadillo vegetal>> recita el cartel de La Ingobernable. Y es que hoy los hombres han cocinado para dar de comer a decenas y decenas de mujeres que entre risas y cánticos se preparan para la gran manifestación. Huelga laboral, de cuidados y de consumo, se escucha una y otra vez.
17h- La Plaza de Nelson Mandela está a rebosar y el ambiente es digno de ver. Mujeres que debaten sobre abolicionismo vs regulacionismo. Mujeres hablando sobre cómo muchas mujeres no se pueden permitir hacer huelga. Mujeres que se preguntan cómo hacer para contar con las que no están representadas. Mujeres que comparten cómo se han enfrentado a diferentes obstáculos para poder estar ahí. Mujeres preguntándose sobre el sentido de espacios mixtos y no mixtos. Mujeres que aseguran que los discursos perversos que están cuestionando derechos ya conseguidos no se saldrán con la suya. Mujeres que inventan formas para acabar con el binarismo y los roles de género. Sororidad en estado puro.

18:30h- Llegamos a la castellana. La incertidumbre sobre si este año la convocatoria tendrá el mismo éxito que el año pasado se desvanece en cuanto cruzamos la calle. En La Estación del Arte ya no cabe un alfiler, ni en Cibeles, ni en Alcalá. Las líneas de móvil hace rato que no funcionan. Una batucada hace retumbar el asfalto, sirviendo de banda sonora, empujando con fuerza y evidenciando la energía que se desprende de cada una de las personas que estamos allí.
20h- Puños en alto y pancartas. Un año más, la ola feminista está inundando las calles, llenando y ocupando los espacios. Aquí, en Madrid, pero también en más de 60 ciudades españolas. Una sacudida que hoy empequeñece el machismo. Un nudo en la garganta, una misma emoción, orgullo feminista.
23:55h- Aún me retumban los oídos: “Cuidado cuidado, os avisamos, somos muchas más de cuando empezamos…” Otro hito histórico, una inmensa sensación de satisfacción y una misma certeza: no vamos a parar hasta conseguir la igualdad real. Y es que no hay nada como una buena huelga feminista para coger carrerilla.