El amor no admite chantaje
Ha pasado un tiempo ya, las cifras han cambiado desgraciadamente y no a mejor, pero quiero publicar lo que comencé a escribir el 26 de noviembre pasado y que por distintos motivos no he podido terminar. Ese día, este año, cambie mi participación en la manifestación contra la violencia de género por una vigilia de oración convocada por la Comisión Diocesana para una vida libre de violencia contra la mujer desde Vicaría para el Desarrollo humano integral y la innovación Archidiócesis de Madrid.
Ese día, 26 de noviembre comencé a escribir:
Las campanas tocan a muerto. A muerta en este caso. Doblan por las mujeres asesinadas porque no murieron por muerte natural. Las asesinaron, sus maridos, sus parejas, sus compañeros… y las mataron por el simple hecho de ser mujer, de no responder a las expectativas que ellos tenían de ellas, porque algunas no quisieron renunciar a sus sueños, porque no quisieron renunciar a su libertad.
Suenan las campanas en la Almudena, la catedral de Madrid. Son las 8 de la tarde del 25 de noviembre. Día en que las hermanas Mirabal fueron asesinas en República Dominicana porque no se quisieron someter al dictador de su país. En recuerdo suyo, en todas partes del mundo se conmemora este 25 de noviembre como el día internacional de la no violencia contra las mujeres. Suenas las campanas en la catedral de Madrid y en algunas de sus iglesias. Yo estoy en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Consolación. Un grupo de mujeres y hombres nos congregamos ante el altar que esta vez recoge 38 mariposas en recuerdo de cada una de las mujeres asesinadas en lo que va de año en España. Las nombramos.
- Sara, 38 años Tudela. Sara era profesora. Fue asesinada por su marido de varias puñaladas. No tenía hijos.
- Isabel. 45 años. Maqueda (Toledo) asesinada por su expareja quien después se suicidó. Isabel deja dos hijos huérfanos y una nieta,
- Florina 26 años Córdoba. Trabajaba como temporera. Su pareja la acuchilló y la dejo malherida en la calle. Florina deja dos hijos huérfanos menores de edad
- Clotilde. 82 años. Arona (Santa Cruz de Tenerife) asesinada por su marido que después se autolesionó….
Y así fueron pasando los nombres de las 38 mujeres asesinas, sus edades, sus lugares de origen… el machismo es global. Traspasa la sociedad como un violento y macabro eje trasversal que no respeta, edad, condición social, cultura…. Y a su paso va dejando muerte, dolor, soledad, incomprensión…. Por qué este odio, por qué esta violencia, por qué… por qué es lo que muchos de los hijos que han quedado huérfanos de estas mujeres se deben preguntar. A lo largo del año han sido 44 los huérfanos, victimas también de la violencia machista y también se encontraban allí representados por unas mariposas blancas.
Los nombres de las mujeres asesinadas se iban intercalando con párrafos del evangelio en los que Jesús se acerca a la mujer, dialoga con ella, le da consuelo, paz…
Entre nosotras se encontraba José Luis Segovia, (Josito, vicario episcopal de Pastoral Social e Innovación – Arch. de Madrid) quien comenzó diciendo lo que muchas pensábamos : “Después de escuchar esa larga cascada de tragedias, personalizada con el nombre y la historia de cada una de las mujeres asesinadas el último año, la única reacción humana aceptable es echarse a llorar”, pero él fue más allá y en su intervención nos animó a reflexionar en esta pandemia mundial donde los nombres de las asesinadas no son más que la punta de un iceberg de dolor, sufrimiento y muerte: .
“En este momento, más de 50.000 mujeres y 9.000 niños y niñas están sometidas a medidas explicitas de protección policial frente a sus agresores. Los datos hablan de la magnitud de un problema que, lejos de desaparecer, se replica no solo en personas de edad avanzada sino también en las generaciones más jóvenes. Ello nos lanza múltiples interrogantes sobre lo que no estamos sabiendo hacer como sociedad”.
Y nos invitó a mirar hacia dentro y orar; “rezamos también por todas las personas que formamos nuestra querida Iglesia católica, aún con demasiados tics clericalones y machistas, y por nuestra sociedad, demasiado polarizada y violenta. Como creyentes, oramos por las mujeres asesinadas y sus familias, por todas las que sufren cualquier forma de violencia en forma de abuso de poder, de conciencia o sexual (a veces, por más silenciado que aparezca, incluso al interior de la vida consagrada femenina). … y la insufrible violencia que padecen más mujeres de las que pensamos, muchas veces sentadas cada domingo en los bancos de nuestras Iglesias, a veces muy cerquita de sus maltratadores”.
“No cabe ninguna forma de violencia en el amor. Por eso, poder y amistad, machismo y amor, dominación y encuentro personal, cariño y posesión, respeto y manipulación son términos incompatibles y antitéticos. Somos conscientes de que no cabe ninguna forma de violencia, ningún modo de chantaje en la relación de amor. Mucho menos en el nombre de Dios, la cultura o la tradición”
Éramos pocos los que estábamos allí, pero me supo a mucho, aunque siempre esperando más, que desde la Iglesia Católica se reconociera explícitamente la violencia machista que se ejerce contra la mujer, y que se reconociera que también se da dentro de la propia iglesia. Gracias a quienes lo hacen posible.