El futuro-educación

El futuro se escribe con ‘E’, de educación

Hace poco tiempo en este mismo espacio Teresa de Febrer escribía sobre las dificultades en muchos de los países en vías de desarrollo de la infancia para acceder a la educación, en este tiempo de pandemia.  Decía: “Los estragos del paréntesis educativo repercuten también en el abandono escolar de adolescentes, embarazos a edades tempranas o la ampliación de la brecha digital… Se traducen en el ascenso desenfrenado de la desigualdad y en el evidente retroceso en avances logrados en el ámbito de la educación”.

Emulando al poema de Gabriel Celaya “La poesía es un arma cargada de futuro, hemos repetido una y otra vez que `La educación es un arma cargada de futuro`. Y lo es, ciertamente que lo es. Y eso lo saben quiénes quieren someter al mundo, quienes nos quieren en sumisión y sobre todo quienes nos quieren sumisas, obedientes con la “pata atada a la cama”.

Me impresionó profundamente la noticia del 15 de mayo. Un atentado en una escuela de Kabul dejó 85 muertos y 147 heridos. «Casi todas las víctimas son niñas en edad escolar, ya que era un turno de niñas y estaban saliendo de la escuela durante el ataque». Oscar Mijallo corresponsal de TVE hizo un resumen de lo que supone para las niñas ir a la escuela en Afganistán, el país con menos niñas escolarizadas del mundo, donde ir a la escuela te puede costar la vida. Una de las pequeñas entrevistadas decía: “Yo como chica afgana quiero la paz mi país… Quiero poder estudiar para tener un futuro y una mejor sociedad”.

A Malala Yousafzai, cuando sólo tenía 15 años, en 2012, un atentado en su país, Pakistán, estuvo a punto de costarle la vida, pero sobrevivió y se ha convertido en una activista en favor de los derechos civiles, especialmente de los derechos de las mujeres. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 2014, a los 17 años. Otras jóvenes de Pakistán y Afganistán mueren por ir a la escuela y lo hacen en el anonimato pero todas luchando por conseguir el mismo objetivo: acceder a una educación que les abra el camino hacia la igualdad y libertad.

Pero no tenemos que irnos a Latino América, al Caribe, o a Afganistán…para constatar lo que supone la dificultad en el acceso a la educación y en el camino hacia la igualdad. Durante los meses de más frío en este invierno, cuando la borrasca Filomena hacía estragos en nuestro país, especialmente en Madrid, a pocos  kilómetros de la capital, en la Cañada Real, más de 1.800 menores se veían afectados por los cortes de luz a los que se han visto sometidos durante meses. No sólo las gélidas temperaturas hacían estragos en sus vidas. No tenían luz y se iluminaban con velas, no tenían estufas y se calentaban con leña. Los niños y niñas no querían ir al colegio porque no se habían podido asear, olían mal y sus compañeros se reían de ellos. No podían acceder a internet para hacer los deberes que tenían que terminarlos a la luz de las velas. Tele Madrid daba cuenta de ello: “Docentes de varios centros educativos han entregado este lunes más de cuatrocientas firmas a la Consejería de Educación para solicitar que se restablezca el suministro eléctrico en la Cañada Real ya que, aseguran, se está vulnerando el derecho a la Educación de cientos de niños.

Otra de las profesoras, Puri López ha aseverado que la situación de los alumnos es «muy grave» ya que debido a los cortes de luz que se están prolongado durante casi cuatro meses están «minando» el acceso a la educación y a la «autoestima» de estos jóvenes”.

En aquellos días escuché el testimonio de dos niñas que hasta entonces habían sacado sobresalientes en sus notas y que en esos momentos veían como sus calificaciones habían caído por no tener las condiciones necesarias para estudiar. Era conmovedor escuchar los esfuerzos y la fuerza de las dos hermanas.

Es difícil, muy difícil romper el círculo de la pobreza, pero una de las herramientas más poderosa es la educación. Cualquier inversión que hagamos en ella es una inversión en libertad y en igualdad. El futuro se escribe con “E” de educación

Autoría

  • Charo Mármol

    Soy comunicadora de profesión. Felizmente jubilada del trabajo reglado, pero no del oficio de comunicar y denunciar las injusticias sociales. Utópica empedernida me encanta dar a conocer las pequeñas luces que surgen en todas partes y nos ayudan a creer en ese otro mundo posible