adolescentes tras la crisis sanitaria

El trabajo con adolescentes tras la crisis sanitaria

“Nuevas masculinidades hacia una práctica igualitaria efectiva: el trabajo con adolescentes tras la crisis sanitaria”

Desde el año 2018, la Fundación Luz Casanova viene realizando un intenso trabajo de intervención con chicos adolescentes (12-18 años de edad) para favorecer su compromiso por la igualdad de género y la no violencia a través de grupos de reflexión y diálogo, así como atenciones individuales continuadas. Uno de los aspectos fundamentales que se han trabajo con ellos, además de lo que tiene que ver con su manera de relacionarse afectiva y sexualmente con las mujeres cercanas y resolver sus conflictos, ha sido el ámbito de los cuidados y autocuidados familiares así como el trabajo doméstico y las rutinas diarias. Conviene recordar que estos chicos, provienen de distritos socialmente vulnerables de la Comunidad de Madrid (Cañada Real, Aluche o Puente de Vallecas) y en casi todos los casos, no habían tenido anteriormente un acercamiento a contenidos y experiencias educativas relacionadas con la igualdad. De hecho, la gran mayoría parte de estructuras culturales sexistas y desigualitarias cerradas y presenta dificultades a la hora de relacionarse con las mujeres de sus contextos más próximos pero también, con sus propios compañeros de aula.

En relación al trabajo doméstico, los cuidados y autocuidados, conviene recordar que la mitad de los chicos participantes presentaban problemáticas importantes a la hora de asumirlos en equidad, antes de la crisis sanitaria del Covid19. Por una parte, la mayoría de los usuarios atendidos antes del confinamiento, pasaban prácticamente todo el día fuera de casa, algunos desde las 8 de la mañana hasta las 20 horas. Ello significaba que en la práctica, convivían pocas horas con sus familias; hay que recordar que en un 40% de los casos, los chicos no conviven con sus padres respectivos, bien porque están fuera del país (85%), no los conocen o han fallecido (15%). Este es un factor importante en cuanto al modelo de masculinidad paterna que han experimentado a través de la figura de un padre ausente o poco implicado. En este sentido, algunos de ellos sí son conscientes de las consecuencias que “este abandono” ha tenido no solo en sus vidas sino también en la de sus madres, lo que les ha generado un cierto sentido de protección hacia ellas por haberlas visto sufrir, lo que les lleva en ocasiones a no querer repetir este patrón de masculinidad: “cuando sea padre lo daré todo por mis hijos para que no les falte de nada”. Mi madre es sagrada, yo mataría por ella, si me encuentro a mi padre por la calle no sé qué le haría, tendrían que sujetarme para no matarlo”.

Por otro lado, en el 60% de los casos, estaban acostumbrados a que fueran sus madres, abuelas o hermanas las que asumían mayormente el trabajo en casa, aunque en otros casos, los menos (20%), sí participaban o asumían tareas de esta índole. Así, los más sensibilizados, estaban acostumbrados a cuidar de sus hermanas, hacerse la comida, las camas, ir a la compra, tareas de limpieza, etc., ya que eran conscientes y sí ponían en valor, el trabajo que realizan sus madres fuera de casa para traer un sueldo que les permitiera vivir con dignidad: “mi madre para mi es sagrada, tengo un dolor aquí en el pecho, porque ella trabaja en un bar, llega tarde, por eso cuido a mi hermana…yo la amo porque nos ha cuidado a mi hermanita y a mi desde que murió mi papá”. Por lo que respecta a los chicos más resistentes y menos implicados (35%), nos encontramos con justificaciones que se asientan en supuestas diferencias existenciales entre hombres y mujeres ya que, entienden, el componente biológico (su condición masculina) pero también la tradición consuetudinaria (componente cultural) les otorgan, por defecto, ventajas inherentes sobre las mujeres:

“Yo no hago cosas de la casa salvo ayudar cuando son cosas pesadas, cargar…mis hermanas hacen las camas o ayudan hacer la compra, porque una tía no va hacer igual algunas cosas, por ejemplo si tiene que levantar peso, pues no puede, en los bomberos , si tienes que subir 20 plantas con un equipo de 30Kg, las tías les cuesta más, seguro que hay alguna que puede, porque sea más marimacho pero no es lo normal”

Una cuestión de salud

Como se ha comentado anteriormente, casi la mitad de nuestros usuarios, viven solos con sus madres, abuelas o tías, existiendo además, en muchos casos, otras personas dependientes como hermanos/as pequeños y/o abuelos/as enfermos. Cuando les hemos preguntado en las sesiones de trabajo cómo se implican en casa en estos aspectos, el 30% ha expresado que sus madres siempre “suelen quejarse con frecuencia o mucha frecuencia” de lo poco o nada que aportan, concretamente en las tareas de organización, limpieza y funcionamiento del hogar, pero también en la asunción de sus propias responsabilidades como el cuidado personal o los estudios. 

Aunque algunos sí han demostrado después de dos años que cuidan o participan en este sentido, para buena parte de ellos, este trabajo significa una obligación tediosa que por defecto “les da pereza”. Por esta razón, durante las sesiones de grupos, hemos tratado de que ellos mismos puedan poner el valor el esfuerzo que implica para sus madres, hermanas o abuelas, tener que llegar a casa y que nada esté hecho, al igual que el tema de control de gastos, que por lo general es muy ajustado ante los bajos salarios de las personas laboralmente activas del hogar (sobre todo empleadas de sectores que se verán especialmente golpeados por la crisis económica: servicios, hogar, hostelería, etc.). En esta línea, sería positivo averiguar sí el confinamiento han incrementado o disminuido su implicación en el trabajo familiar y de cuidados y platear alternativas eficaces y saludables que ayuden a mejorar sus habilidades de cara un nuevo contexto de convivencia continuada. 

Porque todo ello afecta a su salud, pero también a la propia relación madre-hijo, que en ocasiones se convierte en un bucle de tensión permanente entre las exigencias de una madre desbordada y las resistencias de unos chicos que no terminan de asumir sus responsabilidades. Aunque buena parte de ellos sí valoran y expresan sentimientos positivos de afecto y amor hacia ellas, a la hora de ponerse en marcha, no es un factor que sea tomado en cuenta en ese momento, ya que se dejan llevar, según sus palabras, por la inercia de hábitos estáticos ya adquiridos. 

El planteamiento para revertir esta situación, ha de estar enfocado en establecer rutinas diarias de trabajo doméstico y anticiparse ante las demandas de sus progenitores: tratamos de trabajar el concepto de anticipación e interiorización del trabajo doméstico y de cuidados, como actividades saludables que tienen extraordinarios beneficios para ellos, y de rebote, para el resto de componentes familiares: la limpieza y  la organización del hogar, las compras y preparación de comidas, las coladas ,la realización de recados o los cuidados hacia otras personas dependientes, son actividades cotidianas que la mayoría de los casos los chicos no asumen como propias sin que haya una presión constante, generalmente de  la madre. La idea es que se adelanten a un conflicto teniendo iniciativa propia, ello, tendrá una valoración y sorpresa en sus madres y/o progenitores, acostumbradas a otro tipo de actitud. Así, nuestro objetivo no es otro que tratar de que vayan interiorizando el concepto de equipo familiar, en la misma medida que lo hacen en las mesas de reflexión y diálogo con el ideario de equipo de grupo, lo que finalmente significa que el eje vertebrador del discurso está centrado en la igualdad como un valor transversal que genera bienestar y calidad de vida a través del refuerzo de su autoestima y valor personal.

Por tanto, para lograr que nuestros adolescentes asuman estos aspectos como propios, deberán hacerse revisar en qué medida vivencian o no privilegios en cuanto a la masculinidad aprendida, y si ello dificulta en la práctica un compromiso igualitario en el hogar. De esta manera, la legitimación e interiorización de dicho concepto (equipo familiar) tendrá que estar precedida de la asunción como certeza de que,en definitiva, “todos los componentes familiares” son iguales en obligaciones, derechos, aptitudes y capacidades. 

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