elijamos dignidad

Elijamos dignidad

Sombrío aparece el panorama actual y en el horizonte se intuyen pocas esperanzas de mejora a corto y a medio plazo porque la pandemia del coronavirus habita a sus anchas en el planeta mientras gran parte de la ciudadanía, asustada e impotente, ve cómo empeoran sus condiciones de vida. En palabras de Cristina Monge “La pandemia ha evidenciado problemas preexistentes, ha acelerado procesos y tendencias previas, y ha barrido en cuestión de semanas dogmas neoliberales que se consideraban incuestionables”.

Mientras lanzamos preguntas sin respuestas claras, desde distintos ámbitos se encienden luces rojas, alertas máximas plasmadas en informes en los que se analizan las consecuencias del covid-19 que ya las estamos sintiendo y, sin duda, nuestras rutinas diarias no son ni serán las mismas. La ONG Oxfam Intermón ha presentado el informe titulado “Una reconstrucción justa es posible y necesaria”, con el subtítulo “No es momento para la austeridad, elijamos dignidad”. Dicho informe arranca afirmando que la crisis desatada por la pandemia “ha desvelado la debilidad de nuestro sistema sanitario, las limitaciones de las políticas públicas responsables de garantizar nuestros derechos sociales y la fragilidad del contrato social, donde todavía abunda la precariedad laboral, los bajos salarios, la desigualdad de género y la vulnerabilidad de una parte importante de la población. (…) La crisis deja además una huella de profundos daños económicos y sociales que se han distribuido de manera muy desigual e injusta”.

De tal calado son las consecuencias de la pandemia en nuestro país, según datos del informe, que el número de personas pobres podría verse incrementado en más de 700.000 y alcanzar los 10,8 millones de pobres, lo que supondría un aumento de la pobreza relativa en 1,6 puntos, alcanzando el 23,1% de la población, con el aumento la desigualdad, de manera especial, para las personas con rentas más bajas.

En el informe se destaca el hecho de que el coronavirus está impactando de manera especialmente grave en las familias pobres que malviven hacinadas o en viviendas con graves carencias o se encuentran sobreocupadas. Además, las personas con menos ingresos tienen serias dificultades para protegerse ante los contagios y en los meses de confinamiento han soportado condiciones extremas, especialmente graves para aquellas mujeres víctimas de la violencia de género, que han tenido que convivir, en demasiados casos, con su agresor y el de sus hijos e hijas.

«el coronavirus está impactando de manera especialmente grave en las familias pobres que malviven hacinadas o en viviendas con graves carencias o se encuentran sobreocupadas».

Asimismo, Oxfam Intermón señala que las personas, millones de personas que se han puesto al frente de esta pandemia trabajan con sueldos bajos y condiciones laborales, en muchos casos precarias. Estas personas son, ni más ni menos, imprescindibles y, hasta la fecha, el sistema económico imperante “les ha dado la espalda”, cuando ni se les debe dejar de lado otra vez ni se debe perpetuar esta situación de precariedad. Al poner el acento en las personas imprescindibles, en el informe se habla no solo de profesionales de la salud, incluyendo personal médico, auxiliares o celadores, sino también del personal reponedor de los supermercados, trabajadores del campo, transportistas, el personal de limpieza de las residencias y hospitales, las empleadas de hogar que atienden y cuidan a enfermos. Al respecto un dato revelador: una de cada tres mujeres trabajadoras del hogar y cuidados vive por debajo del umbral de la pobreza. Sorprende este dato cuando la economía de cuidados se ha mostrado imprescindible en la gestión de la crisis, tal y como era antes de la pandemia, y así sigue día a día.

El título del informe “Una reconstrucción justa es posible y necesaria. No es momento para la austeridad, elijamos dignidad” se diría que es, en pocas palabras, la conclusión del amplio análisis realizado por Oxfam Intermón al calor de la pandemia en el que también ponen  sobre la mesa medidas concretas “para adoptar un nuevo contrato social entre la ciudadanía, los gobiernos y el mercado; reducir drásticamente la desigualdad y sentar las bases de una economía más humana. Las medidas que se decidan ahora tendrán profundas repercusiones en nuestro futuro. Pueden sentar las bases de un mundo más justo, en el que los cuidados y el planeta estén en el centro”.

Sí, no nos quepa ninguna duda, elijamos dignidad para afrontar la reconstrucción de este mundo nuestro tan maltrecho.

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