Enfocados en las personas sin hogar
El próximo 24 de octubre es el Día Mundial de las Personas Sin Hogar, una realidad con la que trabajamos desde los inicios de nuestra fundación.
Cada año los datos, que esconden rostros detrás, nos hablan de la magnitud de una situación que afecta de forma diferente a hombres, mujeres, jóvenes, mayores, migrantes…
Desde 2003 el Instituto Nacional de Estadística (INE) realiza la “Encuesta sobre centros y servicios de atención a personas sin hogar” cuyo principal objetivo es estudiar las diferentes características de los centros de atención a las personas sin hogar, tanto las generales como las referidas a las prestaciones que ofrecen, cómo atienden a las personas, además de otros aspectos como el económico, el funcionamiento, las fuentes de financiación, los recursos humanos, los períodos de actividad, así como la capacidad y la ocupación. https://www.ine.es/prensa/ecapsh_2022.pdf
A finales de septiembre se presentó dicha encuesta con datos referidos al pasado año (2022) y desatacamos los siguientes:
- En 2022 se alojaron diariamente una media de 21.684 personas mayores de 18 años en centros de atención a personas sin hogar, un 22% más que en 2020.
- Los centros que ofrecen servicios de restauración sirvieron de media al día 51.379 servicios, un 10,5% más que en 2020.
- Atendiendo a la titularidad de los centros, el 23,7% eran públicos y el 76,3% privados.
- En el caso de los centros especializados en atención a mujeres víctimas de violencia de género, el 61,2% eran públicos y el 38,8% privados.
- El 8,5% de los centros especializados en atención a inmigrantes eran de titularidad pública y el 91,5% privada.
Siendo importantes todos los datos cuantitativos que aparecen en la citada encuesta, conviene subrayar que desde las organizaciones sociales que trabajamos día a día con las personas sin hogar se viene reivindicando un cambio necesario en nuestro trabajo: se trata de ofrecer recursos residenciales adaptados a cada persona -pisos, casas en lugar de grandes instituciones (albergues)-, teniendo en cuenta sus circunstancias vitales y acompañándolas en todo momento. Una vez lograda la inclusión residencial, se inicia un proceso integral e individual hacia la inclusión social.
El cambio ya se está produciendo y viene reflejado en la encuesta del INE: el pasado año, 13.763 personas se encontraban alojadas en albergues y 7.921 residían en pisos, incluyendo en este grupo “personas que participan en los programas Housing First y Housing Led, proyectos que permiten un apoyo socioeducativo a personas sin hogar o en riesgo de exclusión, a través de vivienda compartida de forma temporal”. El número medio de viviendas destinadas a los programas Housing First/Housing Led aumentó un 51,8%.
Recursos adaptados a cada necesidad
En Luz Casanova ya se viene trabajando en recursos residenciales temporales, Gestionamos siete viviendas, en el centro de Madrid, para alojar a personas con importantes necesidades de apoyo, después de haber estado mucho tiempo en la calle. Las mujeres y las personas con problemas de salud mental tienen prioridad en dicho programa.
Otros recursos residenciales temporales que ofrece Luz Casanova son: el centro de alojamiento seguro para mujeres sin hogar y “La Kasa”, un alojamiento con 20 plazas individuales para jóvenes entre 18 y 28 años en situación de sin hogar; juntamente con la Red FACIAM promovemos en el centro la participación activa de los jóvenes y su implicación personal en el mismo, respetando su momento vital.
Los recursos residenciales de los que dispone Luz Casanova ofrecen, en primer lugar, una vivienda con el objetivo de lograr la inclusión residencial de aquellas personas en situación de calle, un paso previo para ir “construyendo” hogar, es decir lograr la inclusión social, desde una visión global del proceso individual que, en cada fase, cuenta con el adecuado acompañamiento.
Encontrar una vivienda es, sin duda, imprescindible para afrontar el sinhogarismo; sin embargo, actualmente, es necesario abordar la realidad de las personas sin hogar, desde factores tales como la salud en general y la salud mental en particular, la desestructuración personal y familiar, las dependencias, la falta de ingresos, las dificultades para acceder a un trabajo digno, el origen, la edad, el género, la soledad y el aislamiento. Se trata de una realidad compleja que precisa tratamientos individualizados.
Las organizaciones sociales llevamos años proponiendo cambios en las actuaciones relacionadas con el sinhogarismo basándonos en las experiencias de trabajo acumuladas y los cambios que se van produciendo en nuestra sociedad. Si logramos que la inclusión residencial lleve aparejada la inclusión social, “construiremos” hogares, un objetivo por el que seguimos trabajando en Luz Casanova.