El feminismo no es un pin
Soy licenciada en Ciencias de la Información en la rama de Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Complutense de Madrid. Me he movido por el mundo de la publicidad y del marketing, además de escribir en distintas publicaciones. Cuento todo esto para decir que cuando he oído, y sigo oyendo, hablar del marketing solidario se me ponen los pelos de punta: esto es como dejar a un zorro guardando las gallinas. Imposible: el marketing tiene como objetivo rentabilizar al máximo los recursos de una empresa y esto, en la mayor parte de las ocasiones, está reñido con la solidaridad, dándose el caso de que muchas veces las empresas que utilizan en sus campañas el marketing solidario tienen unas políticas laborales precarias e injustas con sus propios trabajadores, que es con quienes tendrían que empezar no a ser solidarios sino al menos justos.
Todo este preámbulo es para contarles que lo mismo me está pasando con el feminismo. Ahora todo el mundo es feminista y se está utilizando como un argumento de venta. Cuidado, mucho cuidado tenemos que tener.
Quizás podíamos empezar a introducir el término “feminismoblabla”, al igual que se ha hecho en el mundo ecologista que “se ha abierto paso la expresión «sosteniblabla» para señalar los discursos que usan la sostenibilidad ambiental como argumento retórico para políticas vacías, una cháchara insustancial e inútil”, como señalaba hace unos días mi buen amigo Patricio Hernández.
Traigo esto a cuento porque unos días antes de la manifestación del 8 de marzo escuché por la radio que Pepu, aspirante por el PSOE a la Alcaldía de Madrid, iba a acompañar a sus hijas a la manifestación, y lo decía muy eufórico. El locutor le preguntó si había ido otros años, a lo que respondió que no. Era ahora cuando veía la importancia de sumarse a las mujeres. ¿Será que es ahora cuando necesita hacerse una foto con las mujeres porque el feminismo vende?
Marta Maqueda, en este mismo blog hace unos meses denunciaba : “Porque ¿qué hay más contradictorio que el CEO de Feminist Apparel, una empresa que se ha enriquecido diseñando y vendiendo ropa con mensajes y dibujos de artistas/activistas feministas sea, en realidad, un agresor sexual? ¿O que una empresa como Nike que explota a miles de mujeres en todo el mundo para fabricar sus productos, invierta un dineral en campañas de marketing de “empoderamiento” femenino solo para ganar clientela? Por no hablar de ese cinismo corporativo en la que directivas de empresas como “Girlboss media” que se dedican a dar charlas sobre la liberación de la mujer, despidan a sus empleadas por pedir la baja de maternidad”.
El feminismo no es un eslogan ni un pin que se ponga en la solapa, ni tan siquiera la participación en una manifestación o una bonita declaración de principios en los medios de comunicación. El feminismo es una actitud ante la vida y se vive en el día a día. En la casa, en la familia, con la madre y las hermanas, con la compañera compartiendo las tareas; se vive en el trabajo en la relación con las compañeras, en la calle sin agredir ni avasallar…
No corren tiempos fáciles en los que el lenguaje nos quiere enredar, en los que los políticos juegan con las palabras, no es el feminismo liberal el que queremos, no señor, queremos feminismo a secas, radical y sin matices.
No queremos eufemismos machistas, queremos un feminismo real y no de marketing o de lazos morados o pin en la solapa. Ya no. Hemos avanzado en el camino de la igualdad y vamos a seguir luchando por ello. Se presenta una ardua batalla donde algunos pretenden devolvernos a la casilla de salida, pero no hemos llegado hasta aquí para doblegarnos y volver a tiempos pasados. Las mujeres reclamamos nuestro espacio en la sociedad y lo vamos a conseguir. Y lo vamos a hacer junto a muchos hombres que nos acompañan en este camino convencidos de que o vamos junt@s y no iremos a ninguna parte.