Los derechos humanos de las mujeres

Háblame de ella

Me pides que te hable de la Declaración de los derechos humanos, el tema del que me gusta hablar largo y tendido, no solo cuando el calendario marca el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, por ser en esa fecha, del año 1948, cuando se firmó en París lo que conocemos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por los 58 Estados que en aquel momento eran miembros de la Asamblea General de Naciones Unidas. Aunque no se logró la firma de un tratado internacional, anhelado por muchos Estados que habían sufrido los horrores de dos guerras, consensuaron una declaración de principios universales fundamentada en los derechos humanos básicos.

Veo por la expresión de tu cara que todos estos antecedentes ya los conoces. ¿Qué te parece si te comento un aspecto del que pocas veces oímos hablar y, sin embargo, marcó un antes y un después en determinados temas? Me refiero a lo que aportaron las mujeres en las largas horas de trabajo que precedieron a la firma de la Declaración. Un tema muy interesante y poco conocido.

Quizá el nombre de ELEANOR ROOSEVELT te suene, la esposa del Presidente Roosevelt, fue la primera delegada estadounidense en la ONU y defensora a ultranza de este organismo frente al gobierno federal. Ella participó en cuerpo y alma en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, su impulsora acérrima, no en vano, los derechos humanos y la justicia social ocuparon buena parte de su vida y de su trabajo. Eleanor no estuvo sola, hubo otras mujeres que también tuvieron un papel muy relevante en la redacción de la mencionada Declaración, destacando las siguientes de cuyos trabajos voy a hablarte. Sus nombres e impronta aparecen en este enlace que puedes consultar: https://www.un.org/es/observances/human-rights-day/women-who-shaped-the-universal-declaration

Empiezo por citar a la delegada de la India, HANSA MEHTA, a quien se atribuye un cambio muy importante en el artículo 1, cuya redacción final quedó así: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Ella logró que “todos los seres humanos” quedara en el texto sustituyendo a ‘todos los hombres’

En la misma línea de lenguaje inclusivo, la delegada danesa BODIL BEGTRUP, defendió que en la Declaración constara “la igualdad de derechos de todas las personas”.

LAKSHMI MENON, delegada también de la India, abogó por la repetición de “no discriminación sexual” a lo largo de toda la Declaración, así como la mención a “la igualdad de derechos de hombres y mujeres” en el preámbulo. Además, defendió la “universalidad” de los derechos humanos.

MARIE-HELENE LEFAUCHEUX, delegada francesa, defendió con todas sus fuerzas la inclusión de la no discriminación por razón de sexo en el artículo 2 y así se redactó: “Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”

La diplomática y líder feminista de la República Dominicana, MINERVA BERNARDINO, tuvo un papel fundamental en las deliberaciones relativas a la inclusión de la “igualdad de derechos de hombres y mujeres” en el preámbulo de la Declaración.

BEGUM SHAISTA IKRAMULLAH, de Pakistán, promovió la incorporación de la igualdad de derechos en el matrimonio, consciente de que era una manera de combatir el matrimonio infantil y forzado. Y así se redactó el artículo 16.1: “Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio”.

La delegada bielorrusa EVDOKIA URALOVA defendió la igualdad de salario para las mujeres y, gracias a ella, el artículo 23.2 quedó redactado así: “Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual”.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que hoy sigue vivo, el que se ha traducido a más idiomas, una hoja de ruta universal.  Me has pedido que te hablara de ella y yo te pido que la leas detenidamente y que tú también hables de ella. Es una excelente manera de recordar, hoy y siempre, la ardua labor de las mujeres que he citado y de cuantas personas contribuyeron a  consensuar el texto de una Declaración imprescindible.

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