Hogar(es) con LUZ
-¿Qué has hecho? Fueron las palabras que Patrik, su agresor, le dijo mientras Aleteo salía de su casa.
-Vuelo. A un lugar donde sienta que puedo estar y ser yo. Has roto en pedazos mis alas y me voy a (re)construirlas -le contestó.
En un bosque remoto y escondido de la ciudad de Nefelibata vivía Aleteo, la misteriosa mujer que siempre tenía una sonrisa (enmascarada) en el rostro. Estaba enamorada de la naturaleza, la fantasía y sus dibujos, pues eran sus aliados y su vía de escape. En los días de tormenta se dedicaba a dibujar. Se rumoreaba que sus dibujos contaban historias, algunas tiernas y otras escalofriantes. Era una mujer valiente y vulnerable, pero casi siempre se mostraba enérgica e invencible como una roca.
Aleteo vivía con Patrik, un hombre terriblemente apuesto y amable, pero al mismo tiempo frío y aterrador. Aleteo no entendía esta dualidad, esta doble cara que su corazón ansiaba entender. Cuando regresaba por las noches, Aleteo escondía todos sus dibujos en un enorme baúl guardado debajo de su armario. A Patrik no le gustaba que Aleteo desarrollara ciertas tareas creativas. “Tú solo tienes que dedicarte a cocinar y a tenerme contento sin hacer tonterías” -le repetía cada día.
Aleteo tenía una casa, una habitación y una llave, pero no se sentía segura, ni protegida, ni con derecho a ese lugar al que tenía que llamar tristemente “hogar”. ¿De qué me sirve tener un techo y una cama si no logro dejar de temblar y sentir miedo? Si cada vez que miro en el espejo no sé a quién veo…
–Supongo que tendré que escapar a un lugar donde pueda volar, aunque eso implique (re)aprender a hacerlo -pensó. Aleteo transitó por varios lugares y casas de conocidos en busca de ayuda. Una tarde, agotada, Aleteo decidió acudir a la casa de una conocida donde trabajó de empleada del hogar hace un tiempo. Cuando Aleteo le contó su situación, la mujer le dijo:
-¡Vaya!, ¿eres una mujer sin hogar? En mi casa está prohibido el alcohol. Me temo que no voy a poder ayudarte.
En esos momentos le invadió una tristeza absoluta, al pensar que todo cuanto era se reducía a ser eso, una mujer sin hogar.
-Pero yo tengo que ser algo más que eso. Yo no elegí vivir está situación y tampoco elegí vivir bajo la sombra de la violencia y el miedo. Tampoco bajo la sombra de una sociedad desigual que no desea mirar, que no desea sentir… –lamentó Aleteo.
Se fue de la casa horrorizada y comenzó a caminar sin rumbo por un parque. Aleteo se sentó en un banco y empezó a ver sus dibujos.

Una niña de tan sólo doce años se acercó y le dijo: ¿Por qué vas tan cargada? Esas bolsas deben pesar mucho…
-Es todo lo que tengo. Estoy buscando una casa donde poder quedarme –dijo Aleteo.
-¿Qué te ha pasado para estar así? ¿Qué te gustaba antes de estar en esta situación? ¿Qué te gustaría hacer? Seguro que tienes muchos sueños que cumplir…
Aleteo se quedó perpleja ya que una niña, desde su mundo inocente y fantasioso, había visto lo que muchas o muchos no podían llegar a ver, mirar o incluso a imaginar.
-Sé lo importante que es sentir que formas parte de algo más grande, sentir que tienes un hogar, que tienes mujeres-hogar e incluso sentir que tú misma eres hogar.. He visto que tienes una carpeta llena de dibujos. ¿Me los enseñas? -Le dijo la niña.
-Sí, claro. Creo que este dibujo refleja la necesidad de ser vistas, escuchadas, mujeres que tienen derecho a un trabajo, a una vivienda, mujeres con derecho a ser bientratadas y que no tengan que aguantar bajo un techo repleto de maltrato ¿Me entiendes, cariño?

-Entiendo que eso tiene que doler mucho y es muy injusto– le contestó tristemente la niña. ¿Y la luna que aparece en todos tus dibujos, Aleteo?
-Siempre viaja conmigo. La luna es la supervivencia, la lucha, la resistencia, la luz, la esperanza de que todo esto no va a durar para siempre. ¿Sabes? Cuando tu único objetivo es sobrevivir, no puedes sentir(te), difícilmente recuerdas, miras y piensas. Te olvidas de la palabra autocuidado y autocompasión, y qué decir de las palabras amor propio. Te olvidas de que tienes luz propia porque poco a poco se va apagando.
–El arte, o sea, tus dibujos son tú y tu mundo, ¿verdad? –le preguntó la niña.
–Sí, cariño. Y por desgracia el mundo de muchas mujeres. El arte es toda mi vida, el arte soy yo misma, ahí puedo ser yo. El arte sirve para dar voz a aquellas que no la tienen. El arte significa que no necesitas entenderlo todo, si no estar en el proceso de entender. Aunque no sepas por qué sientes algo, puedes permitirte sentirlo. No necesitas saber por qué quieres llorar, para poder hacerlo. Y, a veces para que algo deje de doler, primero hay que dejar que duela.
-¿Y si te vienes conmigo? Conozco un lugar en el que puedes volar como una mariposa con alas nuevas, donde pueden ayudarte a sentir(te) segura y sin miedo hasta que recuperes tu luz y tu vuelo…¡Y te ayudarán a encontrar un trabajo! ¡Hasta puedes seguir dibujando historias!
-El lugar se llama LUZCollado. ¡Es la casa de las Mujeres Supervivientes como tú! ¡Mira, tiene un enorme jardín! Tiene habitaciones propias para que puedas estar tranquila y dibujar. También encontrarás mujeres de todos los países, culturas y creencias, que te harán sentir bien y te ayudarán a quitar carga de ese pesado equipaje con el que cargas de un sitio a otro.El jardín está lleno de preciosos girasoles. Y, ¿sabes una cosa? Me encantan los girasoles! -le dijo la niña. Los girasoles siempre buscan la luz del sol. Y en días nublados, se miran unos a otros para obtener energía. Supongo que el mensaje es que cuando no puedas encontrar tu propia luz, déjate acompañar e iluminar por la luz de otra persona. Seguro que hay otras mujeres que consiguen verte, escucharte y hacerte sentir única y especial.

-Cariño, ¿qué has querido decir antes con eso de las mujeres-hogar? –le preguntó Aleteo.
-Son personas con las que te sientes segura, sin miedos, aquellas con las que si puedes ser tú misma y no vas a temblar nunca. Son como la llave del baúl que guarda tus dibujos. Ojalá algún día tú puedas sentirte “hogar”. Que comiences a tejer tus alas y te digas a ti misma: que te quieres, que te mereces amor y cuidado, que te prometas que nadie va a apagar la luz que hay en ti. La sensación de tener un refugio dentro de una misma al que acudir especialmente cuando las cosas van mal. Eso es súper mágico. También espero que tus dibujos sigan enviando el mensaje de que una mujer tiene derecho a que la escuchen, a tener un espacio propio y de seguridad que no sea la calle, una casa donde te maltratan, o un sofá o un sótano frío y oscuro…
Ahora, se puede ver a Aleteo por la calle con luz propia. Su rostro misterioso transmite serenidad, amor y seguridad. No ha perdido su mirada amorosa hacia sí misma. Y sus anhelos, esperanzas y proyectos laten en lo más profundo de su corazón. Por fin se hallaba en un sitio seguro: su propio hogar.
-Y recuerda que es cuando te miras, te amas y te cuidas que a tu alrededor ocurren las cosas más maravillosas de estar viva –exclamó emocionada Aleteo.
-¿Sabes una cosa? Nunca he visto unas alas tan bonitas. Tu luz viajará conmigo siempre. Y el viaje será mágico. –contestó la niña con la mano en el corazón.

pero rara vez admitimos los cambios que ha pasado para lograr esa belleza”
Maya Angelou
✍Texto: Noelia Gómez.. Psicóloga experta en Violencia de género. 🎨Ilustraciones: Mina Ferrer.. Mujer superviviente de #LuzCollado