Juanita Cosecha Agua
Las primeras luces del día alumbran ya el departamento boliviano de Chuquisaca. Juanita se dispone a iniciar una actividad que le proporciona el elemento básico para la vida: el agua, tan básico que una persona sin acceso al agua durante unos días está abocada a morir deshidratada. Juanita lo sabe porque un proceso de deshidratación casi la dejó sin vida y, como en la película “Lo que el viento se llevó”, a Dios puso por testigo que nunca más volverían a pasar sed ni ella ni los suyos.
Hoy Juanita se dispone a cosechar agua, una actividad tradicional en esta región de Bolivia que se remonta a sus antepasados incas quienes, ante la escasez de agua, captaban el agua de la lluvia en las zonzas altas, la desviaban mediante acequias a las zonas bajas y la conservaban en estanques para la época de sequía.
Así se lo contó su abuela y, siendo niña, Juanita se sintió atraída por tan peculiar tipo de cosecha. Durante años acompañó a su padre y a sus hermanos en los trabajos que realizaban para recoger el agua de lluvia. Le gustaba oler la tierra húmeda y disfrutaba acariciándola entre sus manos para construir pequeños estanques.
Su interés por la cosecha de agua siguió creciendo y, con el tiempo, sus estanques infantiles se han transformado en estanques familiares y comunitarios. Juanita tiene agua para su familia y para cultivar el pequeño huerto que les proporciona alimentos básicos.
Juanita hoy enseña a sus hijos lo que aprendió de sus padres y de sus abuelos: “El agua de lluvia cae del cielo y debemos cosecharla –afirma-porque la cosecha de agua nos da vida”. Juanita hoy lidera un grupo de mujeres y de hombres quienes, juntos, cosechan agua, lo que significa tener acceso sostenible al agua, un logro importante porque en esa región boliviana cosechar agua supone cosechar vida.