Con la Comisión de Violencias Machistas de Vallecas
El grupo de profesionales de la entidad que trabaja con Mujeres Mayores en Vallecas denuncia la situación de especial vulnerabilidad de las mujeres tras la crisis sanitaria del COVID19. Como parte de la Comisión de Violencias Machistas de Puente de Vallecas y su trabajo comunitario, hace público el siguiente informe en el que denuncian sus necesidades y problemáticas en materia de empleo e ingresos, aspectos psicosociales y de salud, acceso a los recursos y violencia de género.
- Necesidades detectadas por las profesionales en la Atención a Mujeres durante la crisis sanitaria por Covid-19 en el distrito Puente de Vallecas
“Hemos visto, como otras veces, que las mujeres cargan sobre sus hombros el bienestar de los países. En este momento están trabajando día y noche para mantener unida a la sociedad
Lo hacen a través de la atención médica, la atención materna, la atención a las personas mayores, la enseñanza a distancia, la atención a las niñas y niños, en las farmacias, en los supermercados…” ONU Mujeres (20/3/2020)
El presente documento trata de plasmar las problemáticas y necesidades detectadas por las profesionales que trabajan en algunas entidades[1] y servicios de Puente de Vallecas y que forman parte de la Comisión de Violencias de Género del Distrito, durante la crisis sanitaria por la Covid-19.
Con ello se quiere visibilizar y compartir cómo está afectando esta crisis a las mujeres que atendemos en todas las Áreas. Queremos que esta información nos sirva, tanto para el análisis como para la puesta en marcha de actuaciones que contribuyan a paliar los efectos producidos por la pandemia, tanto en las personas como en el tejido social del Distrito.
- INTRODUCCIÓN
Si la crisis producida por la Covid-19 ha generado un impacto negativo entre toda la población, en general sabemos ya, que la pandemia ha afectado más a las mujeres que a los hombres. Las mujeres han estado trabajando en primera línea y por tanto más expuestas al contagio. La sobrecarga del trabajo sanitario y de servicios esenciales ha afectado a las mujeres puesto que representan el 66% del personal sanitario, el 84% del personal de residencias de personas mayores, y dependientes, y son mayoría en los servicios psicosociales, limpieza, comercios, alimentación, empleadas de hogar…(98% de las personas vinculadas al empleo del hogar son mujeres).
Este impacto se ha visto que está siendo más profundo en el caso de las mujeres que se enfrentan a múltiples formas de discriminación por razón de sexo, agravadas por otros factores como la raza o el origen étnico, la religión o las creencias, la discapacidad, la edad, la orientación sexual, la clase social y/o la situación migratoria.
En este momento las mujeres que viven en una situación más precaria son especialmente vulnerables en nuestro sistema por:
- Ser las principales encargadas de los hogares y las que están en mayor situación de aislamiento e inseguridad económica.
- Corren el riesgo de sufrir violencia por parte de su pareja en el hogar y por tanto tienen más dificultad para encontrar un refugio seguro.
- Las que se ven afectadas por la prostitución, incluidas las víctimas de la trata con fines de explotación sexual;
- Las mujeres que ya pueden estar experimentando la exclusión en nuestras sociedades, como: las mujeres mayores, las mujeres romaníes, las mujeres migrantes y/o indocumentadas, las mujeres sin hogar, las mujeres con discapacidad, las mujeres con empleo precario, etc.
A continuación, se recogen las problemáticas y necesidades que se han detectado en el distrito a lo largo de estos meses en la atención a las mujeres, por parte de algunas de las profesionales que integran esta Comisión. Queremos señalar que durante este periodo las entidades han tenido que buscar y utilizar todos los recursos disponibles para hacer frente a las múltiples necesidades que han surgido durante esta pandemia y que han planteado nuevos retos.
Se han agrupado por apartados temáticos uniendo lo aportado por todas entidades.
- EMPLEO, INGRESOS Y CONDICIONES MATERIALES DE VIDA
- Pérdida de ingresos en mujeres que se dedicaban a empleos dentro de la economía sumergida: trabajos de cuidados, venta ambulante
- Dificultades[2] para la búsqueda de empleo por no poder conciliar al estar las hijas e hijos en casa.
- Estrés, ansiedad, cansancio por la multiplicidad de tareas de cuidados durante el confinamiento, tanto en familias monomarentales como en las que tienen pareja, pero no existe una dinámica de corresponsabilidad y reparto de los cuidados.
- No poder cubrir las necesidades básicas como la alimentación y la higiene, además de la adquisición de material de protección como mascarillas y gel hidroalcoholico.
- Incapacidad para poder pagar el alquiler y no poder acceder a las ayudas relacionadas.
- Deficiente espacio mínimo vital de las viviendas, hacinamiento y condiciones de habitabilidad muy bajas (sin luz, sin agua caliente, sin calefacción/aire acondicionado, etc.). Pérdida de vivienda residencial compartida por volverse insegura a nivel de salud.
- En cuanto a los procesos formativos que estaban desarrollando las mujeres antes del estado de alarma, en líneas generales, la parte teórica de los mismos la han podido realizar de manera online, sin embargo, la parte práctica no, pero aún así han conseguido la titulación.
Ellas refieren que no sienten que su formación haya sido completa, por no poder realizar las prácticas en empresas y se sienten menos preparadas para enfrentarse a la búsqueda de trabajo.
- La situación a nivel de mercado laboral que se encontrarán después del estado de alarma es algo que les preocupa mucho, ya que ven que se va a agravar la precariedad[3] y la escasa oferta laboral y que crecerá el empobrecimiento tras la pandemia, para un grupo de mujeres que, de por si, ya contaba con muchas dificultades para encontrar trabajo estable y que les permita la conciliación.
- Incomunicación telefónica temporal con el cierre de locutorios por la imposibilidad de carga de teléfonos o aumento del coste de la carga por realizarlo en el supermercado.
- ASPECTOS PSICOSOCIALES Y DE SALUD
- Aumento de demandas de atención psicológica (por ansiedad, depresión, apatía y falta de esperanza, duelos no elaborados que se reactivan y nuevos duelos) para el afrontamiento de las consecuencias de la pandemia y el confinamiento: miedo a la infección, incertidumbre sobre el presente y el futuro, falta de libertad de movimientos y soledad impuesta.
- Miedo e inseguridad para exponerse a tareas cotidianas como ir a la compra o coger el transporte público por miedo al contagio, lo que da lugar a un mayor aislamiento.
- Anulación de operaciones médicas ya programadas de relativa urgencia que finalmente durante el mes de junio se han reprogramado.
- Falta de atención sanitaria presencial de calidad en Atención Primaria y Especialidades y problemas en atención presencial.
- Aparición de sintomatología física como alteraciones de sueño y alimentación, dificultad para concentrarse, respiración acelerada, cansancio, debilidad, etc. como resultado de la ansiedad generada por el confinamiento.
- Incertidumbre y miedo ante un futuro incierto, sobre todo en el caso de las personas en riesgo de exclusión social, cuya situación ya era difícil antes de la pandemia y que se ha agravado con el desarrollo de ésta.
- Empeoramiento de la sintomatología previa al confinamiento y retroceso en algunos casos de la intervención psicológica empezada con anterioridad.
- Dificultad para establecer normas y límites con los hijos e hijas al aumentar el tiempo de convivencia durante el confinamiento.
- Mujeres migrantes que tienen una doble preocupación, pues viven aquí la crisis sanitaria pero también están pendientes de la situación en sus países de origen, donde residen sus familias y personas cercanas.
- ACCESO A LOS RECURSOS
- Mujeres que quedan fuera de los circuitos institucionales de subvenciones y ayudas económicas por no haber tenido la posibilidad de estar en el mercado laboral regulado.
- Cómo hacer frente emocionalmente a la necesidad de solicitar ayudas asistenciales, pues no es fácil tener que recurrir a entidades y/o servicios para poder cubrir las necesidades básicas de la unidad familiar.
- Ralentización y/o paralización en trámites administrativos, judiciales y de otra índole debido a la situación de alerta sanitaria.
- Durante el confinamiento los equipos de profesionales no han dejado de hacer intervención, sobre todo de contención; perfiles como el de las psicólogas, trabajadoras sociales, abogadas, etc. han reforzado aún más sus intervenciones.
- Algunos trámites para gestionar prestaciones de la administración pública durante el periodo de alarma se han agilizado para las profesionales, facilitando medios telemáticos o renovaciones automáticas; sin embargo, otros muchos que sólo pueden realizar las mujeres de manera presencial se han visto suspendidos durante estas semanas con el perjuicio que eso ha acarreado para ellas.
- Problemas en el acceso a las nuevas tecnologías (internet, redes sociales, dispositivos electrónicos) que dificultan el acceso al mundo laboral, renovación tarjeta demanda de empleo y el seguimiento escolar de los menores, con las clases online, videollamadas y otras plataformas.
- En el caso de un centro de acogida para mujeres víctimas en el Distrito, han tenido quizás más facilidades, en cuanto al acceso a información sobre el virus y la realidad externa (estado de alarma, fases, protocolos,…) y también han tenido mejor acceso a las tecnologías (se les ha facilitado una línea de wifi, algunas tablets, TV en habitaciones), igualmente han tenido mejor acceso a EPIS (mascarillas, guantes,..) geles, desinfectantes e incluso a la realización de test rápidos cuando se ha detectado algún caso.
- Lentitud y falta de operatividad en la gestión institucional de los Bancos de Alimentos: acceso limitado a disponer de tecnologías o personas intermediarias que apoyen tecnológica y telefónicamente; petición reiterada de documentación personal cuando ya había sido facilitada; gestión de citas y de acceso a la información por medios de acceso no universal; en ocasiones, poca adecuación de los productos entregados a la cobertura de necesidades nutricionales básicas (como por ej. la entrega de dulces).
- Dificultad de acceso directo a la atención en Servicios Sociales (llamada al 010 con largo tiempo de espera).
- Cierre de recursos específicos de asistencia habitual para mujeres sin hogar víctimas de violencias y que suponían un apoyo en lo material (poder contar con un espacio físico cerrado para estar) y en lo relacional (apoyo emocional y social).
- VIOLENCIA DE GÉNERO
- Aumento[4] de la violencia sufrida por parte de sus parejas o exparejas, al tener que convivir 24 horas con el agresor y tener menos posibilidades de pedir ayuda
- Durante el confinamiento aumentó la violencia psicológica y a medida que avanzamos en la desescalada esta va dando paso también a la violencia física.
- En el caso del centro de acogida, en los primeros momentos el hecho de estar encerradas ha tocado con parte de sus historias de maltrato, se han dado crisis de ansiedad, retrocesos en procesos de recuperación, preocupación por familiares que están en sus países de origen, tensión en la convivencia (si bien el Ramadán ha aliviado la propia organización interna de la misma y la ha facilitado).
Los miedos al virus y al contagio en algunas de las mujeres en el centro de acogida han sido vividos con gran preocupación dado el número de personas convivientes, otras lo han relativizado bastante, saltándose recomendaciones y protocolos, como distancias de seguridad, siendo su mayor preocupación a medida que avanzaban las fases, el tener que quedarse confinadas en su habitación 15 días si se contagiaban, más que el contagio mismo.
Los límites y atención a las/os menores por parte de sus madres se han ido relajando.
- Los procedimientos judiciales han estado suspendidos por la inactividad en los Juzgados[5] y eso ha perjudicado a las mujeres víctimas de violencia de género, ya que resolver esa área es fundamental a nivel de derechos y de recuperación emocional. Ahora probablemente se encontrarán un sistema judicial todavía más lento y colapsado que antes de la pandemia.
Algunos de los retos y cuestiones que habrá que abordar tanto en el análisis como en la acción, si se quiere actuar para mejorar las condiciones de vida de las mujeres, tienen que ver con tener en cuenta:
- ¿Como está afectando esta crisis sanitaria a las mujeres?
- Se aprecia un retroceso en cuanto a los avances que se estaban logrando para mejorar los derechos de las mujeres ¿Cómo detenerlo?
- Las sobrecargas en las mujeres con triples jornadas. ¿Cómo abordar la corresponsabilidad para que sea un eje de actuación central de las instituciones?
- Se han dado repuntes en los casos de Violencia Machista ¿Cómo nos proponemos actuar?
- Ante el aumento de las dificultades y deterioro en las mujeres mayores y sobre todo en las que además son víctimas de violencia machista;
- El aumento de las dificultades de las mujeres en situación de prostitución y trata;
- El aumento de la vulnerabilidad de las mujeres que se dedicaban a la economía sumergida;
Urge analizar el impacto que todas estas cuestiones tienen en su salud y calidad de vida y la necesidad de articular programas integrales para mejorar sus vidas.
[1] En la elaboración de este documento han participado las siguientes entidades pertenecientes a la Comisión de Violencias hacia las mujeres de Puente de Vallecas: Movimiento por la Paz el Desarme y la Libertad (MPDL), Espacio Mujer-Madrid (EMMA), Centro de Apoyo a las Familias (CAF), Asociación Barró, Centro Residencial Intress, Fundación Luz Casanova, Centro de Atención Integral a Mujeres Concepción Arenal, Centro de Salud Rafael Alberti, Proyecto La Morada – Asoc. Aires, Agentes de Igualdad Ayuntamiento de Madrid.
[2] En Puente de Vallecas la tasa de desempleo ya era de 10,7 en hombres y 12% en mujeres
[3] Dentro de la economía formal: La suspensión de contratos por la pandemia ha penalizado mas a las trabajadoras. En abril los ERTE afectaron a un 11,5% de las mujeres ocupadas frente a un 10% de los hombres. (SURES Ayto. Madrid)
[4] Las llamadas al 016, se incrementaron en el pasado mes de mayo un 41% con respecto al mismo mes de 2019, hasta las 8.414 llamadas, la cifra más alta registrada en un mes de mayo desde la puesta en marcha del teléfono, en 2007. Se trata además de la tercera más alta registrada en un mes de toda la serie histórica, según los datos del Boletín Estadístico Mensual sobre Violencia de Género del Ministerio de Igualdad. El promedio de llamadas diarias durante el mes de mayo de 2020 fue de 271.
[5] Con la suspensión de los plazos procesales el número de denuncias pareció bajar, sin embargo, en los primeros meses del confinamiento se registró un aumento de llamadas al 016 de un 61%. En la desescalada se produjo un repunto de denuncias.