La magia de la enfermería

La magia de la enfermería

Se llama Blanca. Es enfermera. Ella forma parte del 84,2% de mujeres que en España ejercen la profesión, eminentemente femenina, como lo demuestran los datos del Instituto Nacional de Estadística (2019): de los 316.094 profesionales de la enfermería, solo el 15,8% lo ejercen hombres.

Blanca lleva más de diez años trabajando en cuidados paliativos. La conozco muy bien y por eso afirmo que ella es un ejemplo de excelente trabajo como profesional y como persona empeñada en brindar amabilidad, ternura, delicadeza y sensibilidad con todos y cada uno de sus pacientes, la mayoría se encuentra en fase terminal.

Cierto día, vivió una experiencia muy especial que quiso plasmar en un relato breve, con el título” Magia” -que transcribo a continuación- y, en el Día Internacional de la Enfermería, me permito compartirlo desde el blog de la Fundación Luz Casanova, como reconocimiento y agradecimiento sinceros por la labor imprescindible -demasiadas veces poco valorada- que mujeres y hombres desempeñan en el ámbito de la enfermería. En ese día, recordamos la fecha del nacimiento de Florence Nightingale (12 de mayo de 1820), considerada la precursora de la enfermería profesional moderna.

Este es el relato titulado “Magia”:

“En cierta ocasión tuvimos un paciente ingresado en la unidad de cuidados paliativos del ICO Hospitalet que ya conocíamos. El motivo de sus ingresos era mal control del dolor.

Se le fueron realizando varias rotaciones de opiáceos que eran efectivas a corto plazo; sin embargo, tras realizarse un bloqueo de plexo celíaco, el paciente entró en un delirium refractario que no se pudo controlar con medicación.

El día que, a primera hora de la mañana, se informó a la familia del estado tan frágil de su familiar y de la necesidad de disminuir el nivel de consciencia para evitarle el sufrimiento, yo me quedé con el paciente a solas en la habitación.

Le tendí la mano y permanecí callada puesto que su discurso era incoherente y no quería confundirle más. Abrió los ojos para ver quién estaba a su lado y, en ese momento, le pregunté: ¿cómo estás? Él, mirándome, verbalizó que estando yo a su lado ya se sentía tranquilo. Volvió a cerrar los ojos y esas fueron sus últimas palabras…

Para mí fue un “click” tan especial que no puedo expresar con palabras. Estas pequeñas grandes cosas hacen que mi trabajo tenga un sentido tan lleno de vida a pesar de estar trabajando cara a cara con la muerte.

Nuestro trabajo es una simbiosis de la vida y de la muerte. Es magia”.

Y, ciertamente, Blanca, sobran las palabras.

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