Salud mental sin hogarismo

La salud mental y el sinhogarismo

El 66,9% de las personas en situación de sin hogar presenta un posible caso de mala salud mental

“Más allá de la vivienda” es el título de una serie editorial de la Red FACIAM, de la que forma parte la Fundación Luz Casanova, basada en los resultados del estudio sobre las consecuencias de la COVID-19 en la salud, el bienestar y las condiciones de vida de las personas sin hogar. Fruto de esa investigación conocemos mejor la realidad “Más allá de la vivienda. Salud mental y sinhogarismo”, un análisis de los problemas de salud mental de las personas en situación de exclusión social extrema, teniendo en cuenta que este factor, complejo, que va ligado a situaciones de desarraigo familiar y social, procesos migratorios, desempleo, pobreza severa o deterioro personal y social, y todo ello asociado a fenómenos emergentes de estigmatización, traumas psíquicos y comportamientos suicidas.

No resulta fácil realizar llevar a cabo un estudio de esas características porque muchas personas sin hogar y/o exclusión residencial buscan el anonimato. Sin embargo, si tomamos en consideración que, según datos de FACIAM, el 66,9% de las personas en situación de sin hogar presentan un posible caso de mala salud mental, resulta ineludible abordar los aspectos vinculados a la salud mental de las personas que se encuentran en dicha situación.

Muchas preguntas surgen al aproximarnos a esta realidad, entre otras, cómo se atiende la salud mental de las personas sin hogar, en qué medida se ve afectada la misma, y cuáles son los elementos diferenciadores del colectivo. En definitiva, “¿dónde poner la mirada en el futuro”? Esta es la pregunta que se lanza desde FACIAM.

Tres cuestiones clave

En primer lugar, es preciso analizar en profundidad el estado de la salud mental en determinados grupos de personas sin hogar, tales como las mujeres, las personas jóvenes o las personas de origen extranjero, ya que sus realidades se traducen en grandes deterioros psicológicos. Para ello es necesario profundizar en los factores y dimensiones que se encuentran en la base del malestar/bienestar psicológico de esos grupos de población, tomando en consideración los cambios que se van produciendo y las nuevas necesidades que les van surgiendo.

En segundo lugar, es necesario tener presente que el sinhogarismo y la exclusión residencial son procesos con continuas entradas y salidas que van mermando el bienestar de las personas. Para afrontar el impacto que los cambios de residencia y de alojamiento afectan a la salud mental de las personas en situación de sinhogarismo se precisan políticas dotadas de recursos, con la finalidad de garantizar la mayor estabilidad posible y la mejor adecuación residencial para tales personas.

En tercer lugar, hay que explorar otras dimensiones que contribuyen a garantizar la salud mental de las personas sin hogar y/o con exclusión social como es la importancia de tener acceso a las redes sociales y contar con el apoyo social. El aislamiento social, la conflictividad en las relaciones interpersonales y las dificultades de acceso al apoyo social son fundamentales para abordar la salud mental de las personas sin hogar, por lo que las dificultades para la participación social y comunitaria, así como el acceso al apoyo social deben tener un eje específico de análisis. De este modo, tanto la participación comunitaria formal (acceso a las instituciones comunitarias y a los sistemas de protección social y empleo), como la participación informal (amistades, vecindad…) serán abordadas desde el enfoque de los derechos humanos, concretamente, los derechos sociales.

En definitiva, como se señala en el mencionado estudio de FACIAM, el sinhogarismo y la exclusión residencial son realidades muy complejas, cuyos análisis deben incorporar la interseccionalidad como ejes transversales de los mismos, considerando las variables vertebradoras de las desigualdades sociales (género, edad, estatus migratorio y pertenencia étnica), tomando en consideración, igualmente, la complejidad característica de las condiciones de vida asociadas a las personas sin hogar y sus efectos en el bienestar.

En el caso concreto de la salud mental, además se deben analizar, entre otras cuestiones, el papel de la comunidad, el impacto de la violencia o el acceso a la satisfacción de las necesidades básicas, sin olvidar el papel de la espiritualidad, cuestiones todas ellas que contribuyen a definir la realidad de la exclusión.