Migración y ceguera

Migración y ceguera

Una patera que naufraga cerca de las costas de Marruecos, cuando se dirigía a las islas Canarias. Dos muertos confirmados y 40 desaparecidos (es decir, también muertos), entre ellos 14 mujeres y tres bebés. Solo 10 supervivientes. Las autoridades marroquíes solo actuaron 11 horas después de haber sido avisadas… Es la más reciente tragedia de los centenares que ocurren cada año.

En 2021 llegaron a Europa irregularmente unos 120.000 inmigrantes. A España, 37.385 (casi los mismos que el año anterior), de ellos 20.752 a Canarias, según el Ministerio del Interior. Venían de 21 países, sobre todo africanos.

En 2021 perecieron en las rutas migratorias hacia a España 4.404 migrantes, 4.016 de ellos en la “ruta Canaria”. 12 víctimas mortales diarias. Son el doble que en 2020. Lo informa el colectivo colectivo de defensa de los derechos de las personas y comunidades en movimiento Caminando Fronteras. Las víctimas pueden ser muchas más. El 95% de ellas desaparece en el mar sin que puedan recuperarse sus cuerpos. Caminando Fronteras se basan en los datos que les facilitan las familias de los desaparecidos.

La Organización de Naciones Unidas para las Migraciones cifra los fallecimientos en las rutas a España en 1.255 (es decir, 3.5 veces menos), pero solo contabiliza como muertos a los cadáveres recuperados o si lo testifica algún superviviente, pero al menos 83 embarcaciones desaparecieron con todas las personas a bordo.

La crisis en Afganistán y los conflictos en Oriente Medio y África Subsahariana inducen a pensar que en 2022 puedan ser más los que intenten ganar las costas de Europa. La Unión europea endurece sus políticas migratorias. El derecho de asilo ha sido prácticamente abolido, y la UE ya trata esos flujos migratorios como un problema de seguridad y defensa (recuérdese el argumento de la “guerra híbrida” de Bielorrusia contra Polonia y la UE), incrementa las devoluciones “en caliente” y prolonga indefinidamente las tramitaciones de las solicitudes de asilo.

Al menos en el corto plazo seguirá encomendando el trabajo sucio a gobiernos autoritarios dispuestos a todo a cambio de miles de millones de euros: Turquía, Libia, Marruecos… En 2021 los guardacostas libios llevaron de vuelta a su país a unos 31.500 migrantes y solicitantes de asilo (tres veces más que el año anterior).

Migrantes climáticos

Las lluvias anormalmente intensas, las sequías prolongadas, la desertificación, la degradación del ambiente o la subida del nivel del mar y los ciclones están provocando que cada año millones de personas abandonen sus hogares en búsqueda de territorios que les permitan vivir. Hasta 12 millones de hectáreas de tierras productivas se vuelven estériles cada año. África es el continente más vulnerable, ya que más de 90% de su economía depende de una agricultura de subsistencia de secano.

Hace varios años, la Organización Internacional para las Migraciones calculaba que en 2050 los migrantes y refugiados climáticos podría alcanzar los 1.000 millones. La propia ONU reconoce que “el clima, la degradación del medioambiente y las catástrofes interactúan cada vez más con los motores de los movimientos de refugiados”.

Pueden ser 1.000 millones, ó 500, ó 200. ¿Qué van a hacer entonces Europa, Estados Unidos y otros países ricos? ¿Los enviarán a terceros países a cambio de dinero? ¿Los obligarán a volver a sus países de origen, de los que han tenido que huir debido a la guerra, al hambre o las dictaduras?

¿Hasta cuándo tendremos que soportar los bulos fascistas y de sus aliados, de que los inmigrantes nos quitan nuestros recursos económicos y sanitarios, de que son ladrones, traficantes de drogas, delincuentes, terroristas…?

Los datos indican que el hambre mata a más personas cada año que la malaria, la tuberculosis y el sida juntos. En hambre empuja a los migrantes. En ello tienen bastante que ver las empresas occidentales que continúan explotando a los países y apoderándose de sus tierras y de su comercio en forma ilegal e injusta. También quienes fabrican guerras para dar salida a sus arsenales bélicos, llenando de armas países con estómagos vacíos.

Y nuestras autoridades, europeas y españolas, son incapaces de diseñar una política migratoria humana, que facilite vías legales de entrada y no empuje a miles de personas a jugarse la vida para entrar. Tampoco son capaces de ver que el endurecimiento de las políticas solo contribuye, en el mejor de los casos, a retrasar los problemas.

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