Negar la violencia machista es ya violencia
Tórrido fin de semana el que hemos vivido con demasiadas preguntas sin respuesta ante el incesante goteo de mujeres víctimas de violencias machistas, víctimas por el hecho de ser mujeres. Un fin de semana que además, se ha visto seguido de más días -según avanzaba el calendario- de asesinatos a mujeres. Desde que se puso fin al confinamiento, se han incrementado las atrocidades machistas de norte a sur y de este a oeste. Y mientras buena parte de la ciudadanía contempla horrorizada ese criminal espectáculo y se declara en contra, otra parte -quiero pensar que es minoritaria, pero no olvidemos que influyente- sigue empecinada en negar la realidad diaria de las violencias machistas con sus propios voceros, entre ellos no pocos representantes políticos.
En palabras de la filósofa Ana Carrasco-Conde: «Negar la violencia de género es ya violencia. Y de género. Dejar de nombrar no hace desaparecer, sin o que, aún peor, la violencia sigue existiendo bajo la forma indefinida de la imprecisión, de lo que no recibe su justo nombre»
Asistimos estos días al preocupante repunte de la violencia machista después del período de restricciones como consecuencia de la pandemia. La delegada del Gobierno contra la violencia de género, Victoria Rosell, manifiesta a las claras su preocupación al respecto. En su opinión: “Todos los asesinatos machistas comparten el mismo patrón: no se trata de un loco, no es un asesino en serie, es la cara del machismo, de ese hombre que no tolera la libertad de la mujer, su igualdad”. [TF1]
Quienes siguen negando las violencias machistas ¿cómo reaccionan ante lo vivido el pasado fin de semana? ¿Qué grado de crueldad necesitan para que sus mentes ofuscadas admitan lo que ha ocurrido y lo que sigue ocurriendo aquí y ahora? Como afirma Elvira Lindo en este artículo: “Es de miserables no llamar a las cosas por su nombre. Los que se resisten a admitir que esto es la punta del iceberg de una violencia sistémica contra las mujeres también agreden, es una maniobra retorcida que busca perpetuar la subordinación y el sufrimiento”.
Quienes siguen negando las violencias machistas. ¿cómo califican el sufrimiento de Beatriz, la madre de Olivia y Anna ante una de las formas de machismo más cruel: la violencia vicaria? En efecto, nos encontramos ante una violencia en la que “el agresor utiliza a los hijos e hijas como instrumento para hacer daño a la madre o la expareja. Se trata del último mecanismo del hombre para ejercer presión hacia la mujer y lograr su fin, mantener el poder sobre ella”.
Elvira Lindo en el citado texto destaca el dolor de la madre: “La inusitada crueldad contra los vulnerables de aquel que persigue con el asesinato de una inocente multiplicar el dolor de quien más sufre su pérdida, la madre, a fin de hacerle el futuro inhabitable. Se trata de atacar donde más duele, y no duele tanto la propia vida como la de aquellos a quienes trajimos al mundo para que nos sobrevivieran”.
Quienes siguen negando las violencias machistas continuarán vociferando sus postulados hasta que la sociedad, mayoritariamente, los rechace. Y para que esto ocurra, queda mucho por hacer.