Niños de la guerra

Niños de la guerra

Queridos niños y niñas de la guerra y de la postguerra; queridos papá y mamá, querida tía Paqui, querida Amalita: Cuando hace unas semanas leí en los periódicos que Italia seleccionaba a quien dejaba morir en función de la edad, como en la guerra, me acordé de vosotros. Supe que en España iba a ocurrir lo mismo. “Qué generación tan dura, la nuestra”, dice siempre mi madre. “Cuánto nos ha tocado sufrir”, continúa. Me acordé de los once hijos que tuvo una de mis abuelas, Claudia, y de que sólo sobrevivieron seis (uno de ellos mi padre). Me acordé de las cuatro hijas que tuvo mi otra abuela, Lute, y de la que sólo sobrevivieron tres (una de ella mi madre). Selección natural en un sistema sanitario inexistente entonces.

Aquella generación que nació y creció entre bombas, entre cartillas de racionamiento, por encima del hambre y del frío, de las habitaciones con agujeros en las paredes, con rotos en los vestidos y en el corazón… esa misma generación que levantó España sobre sus espaldas, sobre sus sueños recortados… esos mismos son los que hoy se mueren en los pasillos de los hospitales, sus cuerpos se incineran sin las persona que los aman al lado, o se acumulan en un palacio de hielo, cuando el palacio que les correspondería sería de oro y de gratitud. Porque vuelven a ser los débiles, porque vuelven a ser, por su edad de nuevo, carne de cañón para la morgue.

Por favor, perdonadnos si podéis. Nunca jamás podremos pagaros todo lo que habéis hecho por nosotros. Nunca jamás podremos agradeceros lo suficiente.

Autoría

  • Belén Martín

    Abogada de profesión y escritora por devoción. Feminista "hasta el infinito y más allá"; optimista, espiritual y soñadora.