Adolescentes y violencia de género. Nuevas masculinidades

Nuevas masculinidades con adolescentes: cuestión de salud

Hablar de cuidados, autocuidados y trabajo doméstico a chicos adolescentes en riesgo de exclusión y socialmente vulnerables, confinados o no, puede ser una práctica de riesgo. O de hilaridad, por lo menos. En la Obra Social ACJ llevamos a cabo un importante trabajo de intervención con chicos adolescentes (12-18 años de edad) para favorecer su compromiso por la igualdad de género y la no violencia. Y abordamos el tema como una cuestión de salud.

Para conseguirlo, buscamos romper con lo tedioso que puede resultar implicarse en los trabajos domésticos. Intentamos que puedan poner en valor el esfuerzo que implica para sus madres, hermanas o abuelas llegar a casa y tener que limpiar, fregar, cocinar, ordenar y llevar el control de gastos, por lo general, muy ajustado, dados los oficios de ellas (empleadas del hogar reconocidas o no, hostelería, cuidados a terceras personas…). Les contamos que “estar con ellas” en esas tareas es bueno para su salud y también para la relación madre-hijo, que en ocasiones se convierte en un bucle de tensión permanente entre las exigencias de una madre desbordada y las resistencias de unos chicos que no terminan de asumir sus responsabilidades. 

Dada nuestra experiencia, el planteamiento para revertir la situación de conflicto y no colaboración, ha de estar enfocado en establecer rutinas diarias de trabajo doméstico para anticiparse ante las demandas de sus progenitoras. Tratamos de trabajar el concepto de anticipación e interiorización del trabajo doméstico y de cuidados, como actividades saludables que tienen extraordinarios beneficios para ellos y para el resto de componentes familiares.

La idea es que se adelanten a un conflicto teniendo iniciativa propia. De esa forma, consiguen una valoración y sorpresa positiva en sus madres y/o progenitores, acostumbradas a otro tipo de actitud. El objetivo es que vayan interiorizando el concepto de equipo familiar, en la misma medida que lo hacen con el ideario de equipo de grupo, lo que finalmente significa que el eje vertebrador del discurso está centrado en la igualdad como un valor transversal que genera bienestar y calidad de vida a través del refuerzo de su autoestima y valor personal.

Para lograr que nuestros adolescentes asuman estos aspectos como propios, deben revisar en qué medida vivencian o no privilegios en cuanto a la masculinidad aprendida, y si ello dificulta en la práctica un compromiso igualitario en el hogar. De esta manera, la legitimación e interiorización de dicho concepto (equipo familiar) debe estar precedida de la asunción como certeza de que,en definitiva, “todos los componentes familiares” son iguales en obligaciones, derechos, aptitudes y capacidades. No es fácil. Es todo un proceso. Pero si queremos cambiar la desigualdad, toca hacerse con esa parte de la sociedad que no acepta la equidad y que está a tiempo de cambiar. Creemos firmemente que su transformación repercutirá en su salud y en la de todas y todos. En este particular caso, los adolescentes que participaron en el proyecto provienen de barrios muy castigados de la Comunidad de Madrid y, en casi todos los casos, no habían tenido un acercamiento a contenidos y experiencias educativas relacionadas con la igualdad. Tras dos años de trabajo, su respuesta fue en general positiva: el 35% de ellos lograron un cambio de actitud con respecto a su implicación en estos ámbitos, mejoraron sus relaciones familiares y, además, experimentaron cambios positivos en su mejora académica y rendimiento escolar. Lograr un equilibrio en el trabajo, reparto y organización de las tareas del hogar y, por ende, mejores relaciones intrafamiliares implica que, en la práctica, estos chicos están más tranquilos, una actitud que les permite una mayor capacidad de concentración, autoestima y bienestar. Con el resto, aunque siguen presentando dificultades, dudas y contradicciones a la hora de asumir sus responsabilidades, se ha logrado un compromiso de continuidad por su parte, lo que ha supuesto que, al menos, hayan podido ir escuchando alternativas de comportamientos más saludables y cuestionar algunos aspectos que pueden retomar en un futuro.

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