Silencio cómplice
- Políticas públicas e implicación social contra la violencia machista
Durante el recién finalizado año 2021, en España 43 mujeres fueron víctimas mortales de la violencia machista, o lo que es lo mismo, fueron víctimas de la violencia de género ejercida por sus parejas o exparejas. El relato del asesinato de Yolanda nos estremecía el día de Navidad, Tenía 25 años y dos hijos. En el momento de escribir esta entrada (día 13 de enero) nos estremecemos, un día más, al tener conocimiento de la primera mujer víctima de violencia machista de este año. Se llamaba Sara Pina.
“Cada caso es único y cada víctima arrebatada debe comprometer activamente no solo a las mujeres sino también a los hombres, cuyo escándalo ante ese goteo lacerante de muertes no siempre se hace audible con la radicalidad y la potencia que la causa exige”, leíamos en el editorial de El País del pasado 31 de diciembre.
Una y otra vez nos preguntamos qué está fallando cuando observamos que ninguna medida resulta lo suficientemente eficaz para frenar semejante drama humano. La realidad nos demuestra que muchas mujeres no denuncian: el pasado año solo una de cada cinco mujeres asesinadas había denunciado maltrato por parte de sus parejas o exparejas. En la Fundación Luz Casanova tenemos testimonios desgarradores de mujeres que, a pesar de ser víctimas de maltrato, no lo denuncian en unos casos porque no saben a dónde acudir; en otros, por las posibles represalias hacia sus hijos. Muchas afirman su desconfianza en la justicia.
Sabemos que la prevención es un factor importante y a ese objetivo se dirigen las políticas públicas contra la violencia de género; sin embargo, dichas políticas no son suficientes para abordar las violencias machistas, sino que deben ir acompañadas de respuestas sociales contundentes y colaborativas por parte de diversos ámbitos sociales y en demasiados casos falla la implicación social. Según datos del Instituto Andaluz de la Mujer, seis de cada diez andaluces conocen a alguna víctima de violencia machista en su entorno, sin embargo, ese maltrato queda invisibilizado por el silencio que lo rodea. Quienes lo conocen, se callan. El Consejo General del Poder Judicial confirma estos hechos: las denuncias de allegados de las víctimas de violencia machista no llegan al 2%.
En el editorial anteriormente citado se afirma que “La implicación de la sociedad es el mecanismo central que puede reducir el impacto de la violencia machista y lanzar el mensaje inequívoco de que los maltratadores no tienen ni sitio ni complicidad posibles, como tampoco deben tenerlo las conductas sexistas y machistas que están en la base de la violencia contra las mujeres”.
El número de mujeres asesinadas desde 2003, año en el que se empezó la estadística oficial no deja de aumentar. Es un goteo incesante, insoportable para quienes rechazamos todos y cada uno de los crímenes de violencia de género, como insoportable resulta recordar el número de víctimas directas de tal violencia, es decir, hijos e hijas menores y huérfanos.