Viernes Santo y Domingo de Resurrección
En estos días de Semana Santa muchas personas emprenden camino: hacia la playa, la montaña, al pueblo para ver a la familia, para participar en las distintas procesiones de su ciudad, aprovechar para poder salir de España… romper la rutina cotidiana, descansar, divertirse… Otras muchas personas, aunque cada vez creo que son menos, aprovechan para cortar también con el trabajo cotidiano, retirarse, buscar el silencio y profundizar en lo que de verdad significa este tiempo para muchas y muchos que creemos en Jesús de Nazaret: Repasar en unos días la vida, la muerte y la resurrección de Jesús.
Vivir el Jueves Santo, el día del amor fraterno. En la liturgia de ese día el sacerdote, recordando a Jesús, lava y besa los pies de 12 personas, como Jesús hizo con los apóstoles. “Porque no he venido a ser servido sino a servir” Esto que puede parecer un hecho anecdótico nos dice cómo debería ser nuestra vida: humilde, de servicio, de poner en el centro a los hermanos y hermanas. Es un día de una gran profundidad cristiana. El día de la Institución de la Eucaristía donde Dios de da plenamente a nosotras, a todas las personas
En el Viernes Santo es normal que en todas las iglesias se rece el vía crucis, el camino de la cruz. Se trata de acompañar a Jesús en el recorrido que hizo antes de la muerte de cruz. Desde hace muchos años, en este día me ha gustado de manera especial recordar y tratar de acompañar en el camino de la cruz a muchas gentes que viven hoy, muchas veces a nuestro lado, un verdadero vía crucis, un verdadero camino de la cruz.
Mi buena amiga Pepa Torres, el año pasado y con esta misma idea decía en su Blog: “Hoy mis gentes del viernes santo tienen rostros oscuros y acentos diversos. Son las personas crucificadas por la violencia de las políticas migratorias y las leyes que criminalizan la pobreza o quienes las denuncian.” Les animo a que lean toda su entrada. No es larga, pero si profunda y entrañable.
Para mi hoy, mis gentes de viernes santo, que viven en su vida un camino de cruz, también tienen nombre y rostro concreto:
. Son las personas sin hogar que acuden al Centro de Día de la Fundación, que no tienen un techo donde poder cobijarse. Personas que nunca pensaron que podían llegar a vivir una situación como la que viven y de la que muchas veces no saben cómo saldrán.
. Son las mujeres maltratadas, algunas de ellas con muchos años de violencia sufrida en soledad y silencio, muchas veces incapaces de romper el círculo de la violencia porque el maltratador se ha encargado de minarles la autoestima y cerrarle la puerta a la esperanza. O aquellas chicas jóvenes que apenas han descubierto lo que es el amor y ya viven la angustia de la opresión y la violencia en sus relaciones. Aún no saben que si duele no es amor.
También pienso en el vía crucis de tantas madres que no tienen que darles de comer a sus hijos, que son desahuciadas de sus casas… pienso en el dolor de las personas que tienen que dejar sus hogares, su familia, su país… que lo abandonan todo y huyen buscando un mundo mejor sin violencia, donde poder comer, trabajar y vivir en paz, pero ese mundo mejor ha roto los puentes de la humanidad y ha construido muros y vallas que separan y matan. Pienso en las mujeres que son traficadas, en los hombres que encuentran la muerte en el mediterráneo… estos son los rostros del viernes santo hoy.
Pero después del Viernes Santo viene el domingo de Resurrección y esto es lo que nos anima a muchas personas para seguir manteniendo viva la esperanza de que también HOY estas personas que viven el camino de la cruz llegaran un día en que puedan encontrar una verdadera Vida más humana, más justa, una vida plena y eso han de encontrarlo y vivirlo ya en este mundo, ahora. Nos lo dice la liturgia de la Semana Santa y nos lo recuerda la primavera que estamos viviendo: la VIDA surge aún en las condiciones más inhóspitas, la vida puede más que la muerte.