Derechos-humanos

Vivienda digna para un nivel de vida digno

Cuando hablamos de acceso a una vivienda digna con demasiada frecuencia nos olvidamos de considerar que se trata de un derecho humano fundamental recogido en el artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar y, en especial, la alimentación, el vestido y la vivienda”. Además, en el artículo 47 de la Constitución española aparece reafirmado este derecho humano.

Para muchas personas, el acceso a una vivienda digna constituye un drama, cuando no una imposibilidad total y absoluta. Actualmente, la vivienda es una mercancía con la que se especula y las consecuencias son evidentes y afectan a los sectores vulnerables de la población, a personas cuyo desamparo les lleva directamente a la exclusión. No olvidemos que el primer condicionante para salir de la exclusión es tener una vivienda digna, un techo seguro que ofrezca estabilidad.

Desde la Red FACIAM, de la que forma parte la Obra Social, se viene dando respuesta a la realidad de las personas en situación de sin hogar, de las personas que se encuentran en la calle: hombres mujeres y jóvenes cuya situación de sin techo se está incrementando de forma dramática en nuestros días. Conscientes de que esta situación aumenta sin parar entre la población joven, la Red FACIAM, dentro del vigente convenio con el Ayuntamiento de Madrid de atención a personas sin hogar, está llevando a cabo este año el programa IMPULSA, a través de entidades pertenecientes a su red de Madrid: Cáritas Madrid, Fundación Benéfica San Martín de Porres, Obra Social Apostólicas del Corazón de Jesús y Sercade-.

Algunos perfiles de las personas a las que se pretende atender -y ya se atiende- son jóvenes, hombres y mujeres, que han dejado su casa por conflictos familiares; jóvenes que se emanciparon en su día y que han perdido su empleo y su vivienda y no tienen a quién recurrir; jóvenes inmigrantes que han llegado a España buscando un futuro mejor que el que tenían en su país… Conviene tener en cuenta que las personas a partir de los 18 años ya se consideran adultas, pero la mayoría de edad no garantiza su total autonomía. Si bien existen programas específicos para jóvenes, muchos se diseñan hasta los 21 años, quedando la población joven en una situación muy vulnerable y fuera de programas especializados por no cumplir el criterio de edad.

Mediante el programa IMPULSA se atiende a jóvenes de 18 a 28 años, ofreciendo una solución residencial, acompañamiento social especializado e itinerarios para acceder a formación y, por ende, a un empleo. Asimismo, se contempla establecer dispositivos de emergencia para la prevención y reducción del número de personas que se puedan encontrar sin hogar, evitando así el sufrimiento añadido de estar en la calle, sin techo seguro.

A partir de ahí se busca brindar a los participantes un acompañamiento social para que puedan ver reconocidos sus derechos básicos: acceso a la sanidad, vivienda, trabajo, educación… y lograr la independencia económica. Se trabaja de forma individual y en grupo al tiempo que se trazan planes personales de formación e inserción laboral. El reconocimiento de derechos y la participación en el ámbito comunitario son ejes fundamentales del programa IMPULSA.

A los 100 días de ponerse en marcha el programa IMPULSA, se ha atendido a 105 jóvenes, nacionales y extranjeros, entre 18 y 28 años -9 mujeres y 96 hombres-.

Quizá la mejor forma de resumir los primeros 100 días de vigencia del proyecto IMPULSA sean las respuestas de quienes participan en el programa, mayoritariamente hombres jóvenes. Pasados los primeros momentos de timidez, las siguientes respuestas resumen el sentir de muchos jóvenes acerca del ahora, arropados como están y se siente por el programa IMPULSA:

“Ahora me encuentro seguro bajo un techo seguro. Ahora pienso en mi futuro”.

“Ahora me siento tranquilo. Tengo una habitación propia. Hago un curso de español y de pastor. Ahora estoy bien”.

“Ahora mi vida ha cambiado. Tengo compañeros, educadores, formación y posibles salidas. Tengo un cuarto propio y pronto tendré un diploma”.

Ahora tengo papeles, trabajo, comida y formación. Estoy mejor y mi madre, mucho mejor”.

El programa IMPULSA, en un breve espacio de tiempo, ha calado y las organizaciones que impulsan el proyecto contemplan logros importantes para un sector de la población, hombres y mujeres entre 18 y 28 años, en situación de vulnerabilidad porque no ven reconocido un derecho humano tan esencial como es el acceso a una vivienda digna, derecho estrechamente relacionado con el derecho a llevar una vida digna. 

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