Dura Navidad…, y en 2021?
Escribo estas líneas en uno de los rincones más cálidos de España: en la costa levantina. Sin embargo estos días el frio, a pesar del sol que nos acompaña, se deja notar. Hemos tenido que poner nuestra calefacción a tope, sacar nuestro buen edredón y un plumas a la hora de nuestro paseo diario.
Todos los días cuando me levanto miro la temperatura de aquí y luego la de Madrid, mi lugar de residencia habitual hasta que llegó la pandemia. La noche pasada en Madrid se alcanzaron los -2 grados. Nosotras estuvimos a 5 y el frio se deja notar.
No lo puedo evitar, pienso en la gente que no tiene hogar, un techo en el que cobijarse, en Madrid, Salamanca, Barcelona, Bilbao… y un escalofrío recorre mi cuerpo. Son personas, como tú y como yo. Y sienten, como tú y como yo. Sienten el frio, el miedo ante el covid19, la añoranza que se nos pega en estos días de Navidad… la distancia de los suyos que sufren cada día en estos momentos se agudiza aún más. Recuerdo una conversación que tuve con una mujer, pongamos que se llamaba Julia. Era el mes de enero, acabábamos de pasar las fiestas navideñas, los reyes…. Madrid, como todas las ciudades, se engalanaba de adornos, de luces… la publicidad, los grandes comercios invitaban al consumo, a la fiesta, a celebrar compartir… Julia me comentaba que el momento en el que más sentía la soledad y el aislamiento era cuando caía la tarde, la noche y todas y todos se iban recluyendo en sus casas, veía como se encendían las luces en los balcones. Tras las ventanas vislumbraba el árbol de navidad, el belén, la familia alrededor de la mesa, los regalos… y entonces era cuando las ausencias se hacían más presentes. Y eso no se me olvida. La calle es dura, siempre es dura, pero en estas fechas lo es mucho más. Y lo es aún más para las mujeres. Como casi todo. Porque estamos en un mundo pensado por los hombres para los hombres.
Beatriz Silva, en una artículo reciente donde habla de las Mujeres sin hogar en tiempos de Covid se pregunta “¿Por qué hablamos tan poco de una realidad tan dura que tenemos al costado? En parte es por la visión androcéntrica de las investigaciones en relación al sinhogarismo que invisibiliza a las mujeres que representan alrededor de una de cada diez personas sin hogar”. Y es cierto, de las mujeres sin hogar se habla poco, o al menos hasta ahora se ha hablado poco porque muchas somos las que estamos interesadas y trabajando por visibilizar esta realidad aún más oculta que el sinhogarismo de los hombres.
El Covid 19 ha arrojado a la calle a muchas mujeres que vivían ya en una situación muy precaria. Es urgente, muy urgente sacar a estas mujeres de una pendiente que si no se frena puede ser destructiva para ellas.
Una de las pocas alegrías que ha tenido este año ha sido ver como tomaban cuerpo algunos de los proyectos que tenían a estas mujeres en el centro de sus objetivos. El Ayuntamiento de Madrid puso en marcha el programa ‘No second night’ en el que colaboraba la Fundación Luz Casanova y ahora, muy recientemente, la Fundación ha abierto un “Centro de Alojamiento de Emergencia para Mujeres Sin Hogar de Collado Mediano, un programa de la Comunidad de Madrid gestionado por la Fundación con 27 plazas para atender a mujeres sin hogar por la crisis del covid 19. Es el primer centro para mujeres sin Hogar de la Comunidad de Madrid”.
Me alegra y aplaudo estas iniciativas tan necesarias y urgentes como escasas, por eso hoy a las puertas de un año nuevo, el 2021, lo que me gustaría pedir es un gran esfuerzo por parte de todos: organismos públicos, privados y también a nivel personal, de cada una de nosotras, para que el próximo año estas personas no tengan que dormir en la calle, porque tengan un hogar, porque estás mujeres no se vean abocadas a seguir sufriendo la violencia machista en sus vidas.
Perdonen si me he puesto un poco intensa en estas fechas en las que parece que solo podemos hablar de felicidad. Felicidad si, pero para todas y todos
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