Violencia en redes sociales y adolescentes

“El daño a una adolescente de la violencia digital puede ser perenne”

Carlos Martín Pérez es Guardia Civil y trabajador social, mediador especialista en violencia de género y menores, lleva trabajando en el tema décadas. Ha impartido más de 5.000 charlas sobre violencia digital e impartido cursos y talleres para que las nuevas generaciones tengan una vida más sana. Durante este mes de noviembre, desde Fundación Luz Casanova imparte un curso dirigido a profesionales sobre prevención de violencia de género en la red.

  • ¿Es seguro Internet?, ¿qué debería reforzarse para entrar en la red de una forma más segura?

Esa es la pregunta del millón. Es la que todos nos hacemos desde que navegamos por la red, y por eso es difícil responderla de forma resumida. Para empezar, habría que reformularla en dos. La primera sería si existen diferencias entre la vida real y la vida virtual. Y a eso hay que decir que prácticamente apenas existen. Hoy en día, en nuestra vida virtual podemos desarrollar prácticamente casi todo lo que haríamos en la vida real. Y lo que no podemos olvidar, es que lo que hacemos en la vida virtual, casi siempre tiene consecuencias en la vida real (y a veces son devastadoras e irreversibles).

Lo segundo que hay que considerar es si lo que hacemos en la vida virtual lo haríamos en la vida real. Y no, por supuesto que no. Acciones como aceptar solicitudes de amistad de desconocidos en las redes sociales, abrir correos de remitentes desconocidos donde nos ofrecen regalos, dar nuestros datos personales o datos bancarios a través de la web, hacer bullying-mobbing a personas delante de otros sin ningún reparo ni límite, compartir nuestras facetas más íntimas (incluidas las de contenido sexual), dejar que nuestros hijos tengan cualquier tipo de amigos (o ni siquiera conocerlos)… , son cosas que jamás haríamos en la vida real.

Me explico, si un desconocido llama a la puerta de mi casa para entrar sin dar una explicación bastante convincente, nunca le dejaríamos pasar. En cambio, aceptamos cientos, miles de solicitudes de amistad. Eso significa que le dejamos pasar a nuestra casa virtual sin ningún problema.

En resumen, para navegar de una forma segura, hay que tomar las mismas precauciones que tomamos en la vida real. No es tanto una cuestión de cultura tecnológica, es más un asunto de sentido común.

  • ¿Es la sociedad consciente de las situaciones de violencia que viven nuestros jóvenes a través de las nuevas tecnologías? ¿Y los jóvenes?

Por supuesto que no lo es del todo. Aunque han oído hablar de los peligros de la red, y cada vez se llevan más a cabo tareas formativas-preventivas con una gran parte de la población, en general, la gente piensa que a ellos no les puede pasar lo que ven, leen, escuchan o les cuentan. Pasa como en otras muchas facetas de la vida, sé de sobra que me puedo contagiar de VIH o quedarme embarazada si mantengo relaciones sexuales sin protección, pero cuando lo hago, quiero creer que apenas existen probabilidades de que pueda ocurrir. Es como cuando pensamos que no pasa nada por conducir con cinco cañas, creemos que controlamos, y como la probabilidad de que pase algo es muy baja, tendemos a relajarnos. Solo habría que adaptar ese tipo de situaciones a la vida virtual.

En cuanto a los jóvenes, cometen los mismos errores que nosotros cuando lo éramos (y quién esté libre que tire la primera piedra). Deben aprender de la experiencia y de sus errores como lo seguimos haciendo nosotros.
La gran diferencia entre ellos y nosotros, es que ellos son la generación de la historia de la humanidad que más información tienen, y no la aprovechan. No estoy de acuerdo con los que dicen que la culpa la tiene la sobreinformación. Cuanta más información tengamos, deberíamos tener muchas más posibilidades de cometer menos errores. En cambio, los datos nos están demostrando que por desgracia para la población juvenil no es así.

  • Uno de los objetivos del curso es conceptualizar este tipo de delitos digitales penales como uno emocional distinto a otros crímenes. ¿Podrías explicarlo?

En efecto, una de las intenciones de este curso es conceptualizar estos delitos penales digitales como un delito emocional cualitativamente diferente a otros tipos de crímenes, por las propias características tanto del hecho, como de la relación entre víctima y victimario.

Queremos que la gente entienda que los delitos que se cometen dentro de una relación de pareja no tienen nada que ver con los delitos que se realizan a personas que no lo son. Si yo robo a una persona desconocida sus contraseñas de acceso a sus redes sociales, cuentas bancarias, correo electrónico, generalmente lo que busco es encontrar un beneficio para mí o para terceros. Puede estar haciéndolo también con el propósito de buscar extorsionarle para conseguir algo a cambio. En cambio, cuando cometemos este tipo de delitos a personas que apreciamos, conocemos, y sobre todo a nuestra pareja, lo hacemos aprovechando el marco en el que lo realizamos, es decir, el de la confianza, el de la intimidad, el de la proximidad generada por el tipo de relación que se da. El objetivo, casi nunca, es beneficiarse económicamente o similar. Normalmente se cometen para hacer uso de control sobre esa persona, buscando el sometimiento, y por desgracia, en muchos casos, para hacerle un daño que puede convertirse en irremisible.

Las adolescentes y preadolescentes son las que más expuestas están
  • ¿Cómo le afecta a una joven estar expuesto a este tipo de delitos?

Sin duda alguna, las adolescentes y preadolescentes son las que más expuestas están. El nivel de afectación puede ser muchísimo más grave exponencialmente que a una adulta, esto puede ser debido a la falta de madurez que tienen para enfrentarse a este tipo de consecuencias, las cuales pueden ser perennes.

La juventud es una etapa maravillosa, en la que todos disfrutamos de una forma diferente de todo lo que hacemos. Lo que sentimos a nivel emocional se convierte en algo mucho más intenso que en otras etapas más maduras.

El peligro que corremos es que no contamos con esa experiencia que puede protegernos de nuevas situaciones que nos expongan a ese tipo de riesgos. Cuando una adolescente de 14 años le envía una foto desnuda a su novio de 16 porque él se lo ha pedido, lo hace pensando que esa persona es el hombre de su vida, que nunca va a dejar de serle leal, que se trata de una relación de amor honesta y sincera, y por supuesto, inquebrantable. Piensa que debe hacerlo si no quiere decepcionarle y poner en riesgo todo esa historia romántica e idealizada.

Sólo se puede parar a pensar en las consecuencias que puede tener su acción cuando anteriormente le ha ocurrido algo similar a ella o a personas muy cercanas, o cuando ha recibido una buena educación para prevenir este tipo de conductas.

  • En teoría las más jóvenes son más conscientes de lo que supone el feminismo, las libertades y cuentan con más información, pero… pareciese que en redes siguen cayendo en violencia de género. ¿Qué estaría fallando? 

Efectivamente, las jóvenes hoy tienen un discurso muy diferente y más convincente que el que tenían las jóvenes de años atrás. Esto siempre me resultó muy esperanzador hasta que comencé a llevar proyectos de formación-prevención por cientos de centros docentes de la Comunidad de Madrid.

Durante más de diez años estuve dando charlas sobre violencia de género e igualdad en una gran parte de los centros docentes madrileños, y era muy interesante ver cómo los jóvenes tenían cada vez más claro lo que eran los micromachismos, la lucha por la igualdad o como evitar realidades misóginas en su día a día. En cambio, cuando trabajábamos los talleres de una forma más profunda, se detectaba rápidamente cómo ellos reconocían que en las relaciones debían existir conductas posesivas que generaran celos o control, ya que, según ellos, era una forma de demostrar que le importas a esa persona, llegando a normalizar este tipo de relaciones tan tóxicas.

Por desgracia, las conclusiones que extrajimos fueron que aunque pareciera mentira estábamos ante una situación límite verdaderamente preocupante, porque todo lo que habían avanzado las mujeres de mi generación, estaba sufriendo un grave retroceso que no hacía presagiar nada bueno. Es difícil de entender como no han podido aprovechar todo este trabajo elaborado anteriormente por sus predecesoras. Nos resultó muy llamativo que estas conductas estuvieran más interiorizadas en las chicas que en los chicos, los cuales en líneas generales predicaban mucho más con el ejemplo que ellas.

  • Uno de los puntos del temario habla de drogas y alcohol y la relación con las tecnologías, tecnoadicciones.

En este trabajo de prevención, y en mi experiencia como trabajador social con jóvenes conflictivos, los cuales presentaban en la gran mayoría un problema de adicción a las drogas o falta del control en el consumo de las mismas, me di cuenta de que es mucho más fácil caer en el uso irresponsable de internet cuando estamos bajo las influencias de este tipo de sustancias.

Un porcentaje importante de los delitos tecnológicos (casi un 30%) cometidos por los jóvenes entre 14 y 17 años, se realiza cuando están bajo los efectos de sustancias toxicológicas. Una adolescente demuestra mucha más fragilidad cuando se encuentra bajo estos efectos, y encuentra en esos escenarios el coraje o la valentía de hacer ciertas cosas que no haría con plena lucidez (por ejemplo enviar contenidos íntimos a través de la red). Esto pasaría también al joven que lo recibe, que se encontraría falto de prudencia para reenviarlo y hacerlo público por no estar en su sano juicio.

Por ello, visualicé y entendí esa armonía entre las tecnoadicciones y cualquier otro tipo de adicción. Al fin al cabo, si lo pensamos detenidamente, todo guarda relación en ese sentido.

  • ¿Cómo sería un consumo responsable de redes?

Resumiendo lo expuesto en puntos anteriores, navegar por la red teniendo claro que no debemos hacer en internet lo que no haríamos en la vida real. Al igual que tomamos ciertas precauciones en lo cotidiano de nuestro día a día para protegernos, debemos llevar a cabo esta filosofía en la red.

  • ¿Qué recomendaciones haría a las/os adolescentes y a las familias?

A ambos les diría que disfruten del consumo responsable de internet de forma individual y en conjunto como familia, dejando a un lado la idea errónea de que Internet es peligroso y que no trae nada bueno. La red nos ofrece una gran cantidad de recursos y ventajas que pueden ser muy lucrativas, útiles y beneficiosas para todos.A los adolescentes, les subrayaría que por favor no olviden que lo que hacen en la red no solo tiene consecuencias en la misma, sino también, en la vida real.

Y a los padres, que tengan claro que no existen padres desinformados, sino padres desinteresados. Sé que puede dar muchas pereza aprender a vivir y sentirse cómodo en esta sociedad tecnológica que nos ha tocado vivir, pero les aseguro que con un poco de esfuerzo y dedicación, conseguirán disfrutar y controlar la forma de navegar. No deben olvidarse que aunque sus hijos piensen que saben mucho más que ellos sobre internet (lo cual puede ser verdad), en la escuela de la vida, les ganamos por goleada. Es tan fácil como aplicar esa experiencia de la vida real a la vida virtual..

Autoría

  • Lula Gómez

    Periodista Responsable de Comunicación Fundación Luz Casanova